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¿hemos de volver a violar tus mandamientos, emparentándonos con estas gentes abominables? ¿No te irritarías tú contra nosotros hasta exterminarnos sin que quedara Resto ni salvación? (Esdras 9, 14)
Entonces, Sekanías, hijo de Yejiel, de los hijos de Elam, dijo a Esdras: «Hemos sido rebeldes a nuestro Dios, casándonos con mujeres extranjeras, tomadas de entre las gentes del país. Ahora bien, a pesar de ello, todavía, hay una esperanza para Israel. (Esdras 10, 2)
Ahora, pues, dad gracias a Yahveh, Dios de vuestros padres, y cumplid su voluntad separándoos de las gentes del país y de las mujeres extranjeras.» (Esdras 10, 11)
Pero ni yo ni mis hermanos ni mis gentes mi los hombres de guardia que me seguían nos quitábamos la ropa; todos nosotros teníamos el arma en la mano. (Nehemías 4, 17)
Llegaron los hijos y tomaron el país, y tú ante ellos aplastaste a los habitantes del país, los cananeos, los pusiste en sus manos, con sus reyes y las gentes del país, para que los trataran a merced de su capricho. (Nehemías 9, 24)
Tuviste paciencia con ellos durante muchos años; les advertiste por tu Espíritu, por boca de tus profetas; pero ellos no escucharon. Y los pusiste en manos de las gentes de los países. (Nehemías 9, 30)
y el resto del pueblo, los sacerdotes y los levitas los porteros, los cantores, los donados y todos los separados de las gentes del país para seguir la Ley de Dios, sus mujeres, sus hijos y sus hijas, cuantos tienen uso de razón, (Nehemías 10, 29)
A no dar nuestras hijas a las gentes del país ni tomar sus hijas para nuestros hijos. (Nehemías 10, 31)
Si las gentes del país traen, en día de sábado, mercancías o cualquier otra clase de comestibles para vender, nada les compraremos en día de sábado ni en día sagrado. En el año séptimo abandonaremos el producto de la tierra y todas las deudas. (Nehemías 10, 32)
¡Acuérdate de estas gentes, Dios mío, por haber mancillado el sacerdocio y la alianza de los sacerdotes y levitas! (Nehemías 13, 29)
no hemos escuchado tus mandatos y nos has entregado al saqueo, a la burla, al comentario y al oprobio de todas las gentes entre las que nos has dispersado. (Tobías 3, 4)
Bendice al Señor Dios en toda circunstancia, pídele que sean rectos todos tus caminos y que llegen a buen fin todas tus sendas y proyectos. Pues no todas las gentes tienen consejo; es el Señor quien da todos los bienes y, cuando quiere, eleva o abata hasta lo profundo del Hades. Así, pues, hijo, recuerda estos mandamientos y no permitas que se borren de tu corazón. (Tobías 4, 19)