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  • Quien maldiga a su padre o a su madre, será muerto sin remedio, pues ha maldecido a su padre o a su madre; su sangre caerá sobre él. (Levítico 20, 9)

  • Si un hombre comete adulterio con la mujer de su prójimo, será muerto tanto el adúltero como la adúltera. (Levítico 20, 10)

  • No comerá animal muerto o destrozado que le haga impuro. Yo, Yahveh. (Levítico 22, 8)

  • Quien blasfeme el Nombre de Yahveh, será muerto; toda la comunidad lo lapidará. Sea forastero o nativo, si blasfema el Nombre, morirá. (Levítico 24, 16)

  • Cuando haya de trasladarse la Morada, la desmontarán los levitas, y cuando la Morada se detenga, los levitas la montarán. El laico que se acerque, será muerto. (Números 1, 51)

  • A Aarón y a sus hijos los alistarás para que se encarguen de sus funciones sacerdotales. El laico que se acerque, será muerto.» (Números 3, 10)

  • Acampaban al este, frente a la Morada, delante de la Tienda del Encuentro hacia oriente, Moisés y Aarón con sus hijos que estaban encargados del santuario en nombre de los israelitas. Cualquier laico que se acercara, sería muerto. (Números 3, 38)

  • El sacerdote ofrecerá uno en sacrificio por el pecado y el otro en holocausto; y expiará por aquel hombre la falta contraída a causa del muerto. Aquel día consagrará su cabeza: (Números 6, 11)

  • Por favor, que no sea ella como quien nace muerto del seno de su madre, con la carne medio consumida.» (Números 12, 12)

  • Luego murmuraron todos los israelitas contra Moisés y Aarón, y les dijo toda la comunidad: «¡Ojalá hubiéramos muerto en Egipto! Y si no, ¡ojalá hubiéramos muerto en el desierto! (Números 14, 2)

  • El que toque a un muerto, cualquier cadáver humano, será impuro siete días. (Números 19, 11)

  • Todo el que toca un muerto, un cadáver humano, y no se purifica, mancha la Morada de Yahveh; ese individuo será extirpado de Israel, porque las aguas lustrales no han corrido sobre él: es impuro; su impureza sigue sobre él. (Números 19, 13)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina