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Ni de ladrones y salteadores pueden defenderse estos dioses de madera, plateados y dorados; aquéllos, más fuertes que ellos, les quitan el oro, la plata y la vestimenta que los recubre, y se van con ello, sin que los dioses puedan socorrerse a sí mismos. (Baruc 6, 57)
Arrojarán su plata por las calles y su oro se convertirá en inmundicia; ni su plata, ni su oro les podrán salvar el día del enojo de Yahveh. No se saciarán más, no llenarán más su vientre, porque ello era la ocasión de su culpa. (Ezequiel 7, 19)
Brillabas así de oro y plata, vestida de lino fino, de seda y recamados. Flor de harina, miel y aceite era tu alimento. Te hiciste cada día más hermosa, y llegaste al esplendor de una reina. (Ezequiel 16, 13)
Tomaste tus joyas de oro y plata que yo te había dado y te hiciste imágenes de hombres para prostituirte ante ellas. (Ezequiel 16, 17)
Como se pone junto plata, cobre, hierro, plomo y estaño en el horno, y se atiza el fuego por debajo para fundirlo todo, así os juntaré yo en mi cólera y mi furor; os pondré y os fundiré. (Ezequiel 22, 20)
Como se funde la plata en medio del horno, así seréis fundidos vosotros en medio de ella, y sabréis que yo, Yahveh, he derramado mi furor sobre vosotros. (Ezequiel 22, 22)
Tarsis era cliente tuya, por la abundancia de toda riqueza: plata, hierro, estaño y plomo daba por tus mercancías. (Ezequiel 27, 12)
Con tu sabiduría y tu inteligencia te has hecho una fortuna, has amontonado oro y plata en tus tesoros. (Ezequiel 28, 4)
Sabá, Dedán, los mercaderes de Tarsis y todos sus leoncillos te dirán: «¿A saquear has venido? ¿Para hacer botín has concentrado tu asamblea? ¿Para llevarte el oro y la plata, para apoderarte de ganados y haciendas, para hacer un gran botín?» (Ezequiel 38, 13)
La cabeza de esta estatua era de oro puro, su pecho y sus brazos de plata, su vientre y sus lomos de bronce, (Daniel 2, 32)
Entonces quedó pulverizado todo a la vez: hierro, arcilla, bronce, plata y oro; quedaron como el tamo de la era en verano, y el viento se lo llevó sin dejar rastro. Y la piedra que había golpeado la estatua se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra. (Daniel 2, 35)
tal como has visto desprenderse del monte, sin intervención de mano humana, la piedra que redujo a polvo el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. El Dios grande ha dado a conocer al rey lo que ha de suceder. Tal es verdaderamente el sueño, y su interpretación digna de confianza.» (Daniel 2, 45)