Fundar 173 Resultados para: murió

  • Jacob bajó a Egipto donde murió él y también nuestros padres; (Hechos 7, 15)

  • Por aquellos días enfermó y murió. La lavaron y la pusieron en la estancia superior. (Hechos 9, 37)

  • Ahora bien, David, después de haber servido en sus días a los designios de Dios, murió, se reunió con sus padres y experimentó la corrupción. (Hechos 13, 36)

  • En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; - (Romanos 5, 6)

  • mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. (Romanos 5, 8)

  • ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros? (Romanos 8, 34)

  • Porque Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos. (Romanos 14, 9)

  • Ahora bien, si por un alimento tu hermano se entristece, tú no procedes ya según la caridad. ¡Que por tu comida no destruyas a aquel por quien murió Cristo! (Romanos 14, 15)

  • Y por tu conocimiento se pierde el débil: ¡el hermano por quien murió Cristo! (I Corintios 8, 11)

  • Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; (I Corintios 15, 3)

  • Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron. (II Corintios 5, 14)

  • Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. (II Corintios 5, 15)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina