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Estos que se han citado por sus nombres vinieron en tiempos de Ezequías, rey de Judá, y destruyeron las tiendas de aquéllos, y los refugios que allí se encontraban, entregándolos al anatema hasta el día de hoy; y habitaron en lugar de ellos, ya que había allí pastos para sus ganados. (I Crónicas 4, 41)
En los días de Saúl hicieron guerra contra los agareos, que cayeron en sus manos; y habitaron en sus tiendas por toda la parte oriental de Galaad. (I Crónicas 5, 10)
El día veintitrés del mes séptimo, Salomón envió al pueblo a sus tiendas alegre y contento en su corazón por el bien que Yahveh había hecho a David, a Salomón y a su pueblo Israel. (II Crónicas 7, 10)
ofreció holocaustos según el rito de cada día, conforme a los prescrito por Moisés, en los sábados, los novilunios y en las solemnidades, tres veces al año: en la fiesta de los Azimos, en la fiesta de las Semanas y en la fiesta de las Tiendas. (II Crónicas 8, 13)
Viendo todo Israel que el rey no le oía, replicó el pueblo al rey diciendo: «¿Qué parte tenemos nosotros con David? No tenemos herencia en el hijo de Jesé. ¡A tus tiendas, Israel! Mira ahora por tu casa, David.» Y todo Israel se fue a sus tiendas. (II Crónicas 10, 16)
celebraron la fiesta de las Tiendas, según está escrito, con el número de holocaustos cotidianos establecidos según el rito de cada día; (Esdras 3, 4)
Cercó a todos los madianitas, incendió sus tiendas y saqueó sus aduares; (Judit 2, 26)
Los edomitas y ammonitas, por su parte, acamparon en el monte, frente a Dotán, y enviaron destacamentos hacia el sur y el este, frente a Egrebel, que está al lado de Jus, sobre el torrente Mojmur. El resto del ejército asirio quedó acampado en la llanura y cubría toda la superficie del suelo. Sus tiendas y bagajes formaban un campamento inmenso, porque eran una enorme muchedumbre. (Judit 7, 18)
Habiéndose corrido por todas las tiendas la noticia de su llegada, concurrió la gente del campamento, que hicieron corro en torno a ella, mientras esperaba, fuera de la tienda, que la anunciasen a Holofernes. (Judit 10, 18)
Cuando le reanimaron, se echó a los pies de Judit, se postró ante ella y dijo: «¡Bendita seas en todas las tiendas de Judá y en todas las naciones que, cuando oigan pronunciar tu nombre, se sentirán turbadas!» (Judit 14, 7)
si alejas la iniquidad que hay en tu mano y no dejas que more en tus tiendas la injusticia, (Job 11, 14)
Mientras viven en paz las tiendas de los salteadores, en plena seguridad los que irritan a Dios, los que meten a Dios en su puño! (Job 12, 6)