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  • Pero la mujer tomó a los dos hombres y los escondió. Luego respondió: «Es verdad que esos hombres han venido a mi casa, pero yo no sabía de dónde eran. (Josué 2, 4)

  • Entonces Josué tomó a Akán, hijo de Zéraj, con la plata, el manto y el lingote de oro, a sus hijos, sus hijas, su toro, su asno y su oveja, su tienda y todo lo suyo y los hizo subir al valle de Akor. Todo Israel le acompañaba. (Josué 7, 24)

  • Tomó unos 5.000 hombres y tendió con ellos una emboscada entre Betel y Ay, al oeste de la ciudad. (Josué 8, 12)

  • El mismo día Josué tomó Maquedá y la pasó a filo de espada, a ella y a su rey: los consagró al anatema con todos los seres vivientes que había en ella. No dejó escapar a nadie, e hizo con el rey de Maquedá como había hecho con el rey de Jericó. (Josué 10, 28)

  • Yahveh entregó Lakís en manos de Israel, que la tomó al seguno día, y la pasó a cuchillo con todos los seres vivientes que había en ella, lo mismo que había hecho con Libná. (Josué 10, 32)

  • Por entonces, Josué se volvió y tomó Jasor, y mató a su rey a espada. Jasor era antiguamente la capital de todos aquellos reinos. (Josué 11, 10)

  • El que la tomó fue Otniel, hijo de Quenaz, hermano de Caleb, y éste le dio su hija Aksá por mujer. (Josué 15, 17)

  • La heredad de los hijos de Simeón se tomó de la porción de los hijos de Judá, porque la parte de los hijos de Judá era demasiado grande para ellos. Los hijos de Simeón recibieron, pues, su heredad en medio de la heredad de los hijos de Judá. (Josué 19, 9)

  • Josué escribió estas palabras en el libro de la Ley de Dios. Tomó luego una gran piedra y la plantó allí, al pie de la encina que hay en el santuario de Yahveh. (Josué 24, 26)

  • La tomó Otniel, hijo de Quenaz, el hermano menor de Caleb. Y éste le dio su hija Aksá por mujer. (Jueces 1, 13)

  • A Eglón se le juntaron los hijos de Ammón y de Amalec; salió y derrotó a Israel, y tomó la ciudad de las Palmeras. (Jueces 3, 13)

  • Pero Yael, mujer de Jéber, cogió una clavija de la tienda, tomó el martillo en su mano, se le acercó callando y le hincó la clavija en la sien hasta clavarla en tierra. El estaba profundamente dormido, agotado de cansancio; y murió. (Jueces 4, 21)


“Não sejamos mesquinhos com Deus que tanto nos enriquece.” São Padre Pio de Pietrelcina