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Diles: Ésta es la nación que no ha escuchado la voz del Señor, su Dios, y que no ha aprendido la lección. ¡La verdad ha muerto, ha desaparecido de su boca! (Jeremías 7, 28)
He escuchado atentamente; no hablan como se debe; ninguno se arrepiente de su perversidad, y dicen: "¿Qué es lo que he hecho?". Todos siguen su desenfrenada carrera, como el caballo vuela donde hierve la lucha. (Jeremías 8, 6)
El Señor ha respondido: "Porque han abandonado mi ley, que yo les había propuesto, y no han escuchado mi voz ni la han seguido. (Jeremías 9, 12)
Pues, igual que un cinturón se ajusta a la cintura del hombre, así había hecho yo que se ajustara a mí toda la casa de Israel y la casa de Judá, dice el Señor, para que fuese mi pueblo, mi honra, mi gloria y mi honor; ¡pero no me han escuchado!". (Jeremías 13, 11)
Pues he escuchado la calumnia de la gente: "¡Terror por todas partes! ¡Anunciadlo, anunciémoslo!". Todos los que eran mis amigos me espiaban a ver si daba un paso en falso: "¡Quizás se deje seducir; nosotros lo venceremos y nos vengaremos de él!". (Jeremías 20, 10)
Pero ¿quién ha asistido al consejo del Señor? ¿Quién ha visto y oído su palabra? ¿Quién ha prestado atención a su palabra y la ha escuchado? (Jeremías 23, 18)
"Hace ya veintitrés años, desde el año trece de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, hasta el día de hoy, que se me viene dirigiendo la palabra del Señor y que, sin descanso, yo os la he anunciado, pero vosotros no habéis escuchado. (Jeremías 25, 3)
El Señor, además, os ha enviado a todos sus siervos, los profetas, sin interrupción, y vosotros no habéis escuchado ni habéis hecho caso. (Jeremías 25, 4)
Pero no me habéis escuchado -dice el Señor-, sino que me habéis irritado con las obras de vuestras manos para desgracia vuestra. (Jeremías 25, 7)
Por tanto, esto dice el Señor todopoderoso: Por no haber escuchado vosotros mis palabras, (Jeremías 25, 8)
y no escucháis las palabras de mis siervos los profetas que yo os envío incesantemente y a quienes no habéis escuchado, (Jeremías 26, 5)
Los sacerdotes y los profetas dijeron a los magistrados y a todo el pueblo: "Este hombre debe ser condenado a muerte porque ha profetizado contra la ciudad, como habéis escuchado con vuestros propios oídos". (Jeremías 26, 11)