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  • Pero toda la asamblea decidió alargar la fiesta siete días más, y así se hizo con gran alegría, (II Crónicas 30, 23)

  • Hubo una gran fiesta en Jerusalén, como no se había visto desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel. (II Crónicas 30, 26)

  • Los israelitas que se encontraban presentes celebraron la pascua, y durante siete días la fiesta de los panes sin levadura. (II Crónicas 35, 17)

  • Celebraron también la fiesta de los tabernáculos, según está prescrito, ofreciendo cada día el número de holocaustos ritualmente establecidos. (Esdras 3, 4)

  • Celebraron con júbilo la fiesta de los panes sin levadura durante siete días, porque el Señor les había llenado de alegría al mover el corazón del rey de Asiria para ayudarles en las obras del templo de Dios, el Dios de Israel. (Esdras 6, 22)

  • Y el pueblo entero se fue a comer y beber, a invitar a los demás y a celebrar la fiesta, porque habían comprendido lo que les habían enseñado. (Nehemías 8, 12)

  • Encontraron escrito en la ley que el Señor había prescrito por medio de Moisés: "Los israelitas deberán vivir en cabañas durante la fiesta del séptimo mes". (Nehemías 8, 14)

  • Esdras continuó leyendo en el libro de la ley de Dios cada día, desde el primero hasta el último. La fiesta duró una semana, y el día octavo se celebró, según lo prescrito, una reunión solemne. (Nehemías 8, 18)

  • Bajo el reinado de Asaradón volví a mi casa, y me devolvieron a mi mujer Ana y a mi hijo Tobías. En nuestra fiesta de pentecostés, que es la fiesta santa de las siete semanas, me prepararon un buen banquete, y yo me puse a comer. (Tobías 2, 1)

  • se quitó el áspero sayal que llevaba puesto, se despojó de sus vestidos de viuda, se bañó y se perfumó, se peinó, se ciñó la cabeza con un turbante y se adornó con los vestidos de fiesta que solía ponerse cuando vivía su esposo Manasés. (Judit 10, 3)

  • Dio después un espléndido banquete en honor de Ester a todos los príncipes y servidores. Concedió un día de fiesta a todas las provincias y repartió regalos con su esplendidez real. (Ester 2, 18)

  • Tú has cambiado mi luto en alegría, me has trocado el sayal en un traje de fiesta, (Salmos 30, 12)


“Para consolar uma alma na sua dor, mostre-lhe todo o bem que ela ainda pode fazer.” São Padre Pio de Pietrelcina