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Cobrad ánimo y sed valientes, filisteos, para no servir a los hebreos, como ellos os han servido a vosotros; sed hombres y luchad". (I Samuel 4, 9)
Jonatán derrotó la guarnición de los filisteos que estaban en Guibeá. Los filisteos, al saberlo, se dijeron: "Los hebreos se han sublevado". Mientras tanto Saúl hizo sonar la trompeta en todo el país, (I Samuel 13, 3)
En todo el territorio de Israel no había ni un herrero, porque los filisteos se habían dicho: "¡Que los hebreos no puedan fabricarse espadas ni lanzas!". (I Samuel 13, 19)
Ellos se dejaron ver de la guarnición de los filisteos, y éstos se dijeron: "Los hebreos salen de las cuevas donde se habían escondido". (I Samuel 14, 11)
Los hebreos que estaban antes con los filisteos y habían subido con ellos al campamento se volvieron también para ponerse al lado de los israelitas que estaban con Saúl y Jonatán. (I Samuel 14, 21)
Los jefes de los filisteos preguntaron: "¿Por qué vienen estos hebreos?". Aquís les respondió: "Éste es David, servidor de Saúl, rey de Israel, que ha estado conmigo unos dos años, y no he encontrado nada que reprocharle desde el día en que vino a mí hasta hoy". (I Samuel 29, 3)
que detuvieron a Judit y le preguntaron: "¿De quién eres? ¿De dónde vienes y adónde vas?". Ella respondió: "Soy una hebrea que huye de los hebreos, porque están a punto de caer en vuestras manos. (Judit 10, 12)
Les salieron al encuentro los nabateos, que los recibieron amistosamente y les narraron lo sucedido a los hebreos en Galaad, (I Macabeos 5, 25)
Tú, inventor de tormentos contra los hebreos, no podrás escapar de la mano de Dios. (II Macabeos 7, 31)
Lisias, que era hombre cuerdo, meditando su derrota y viendo que los hebreos eran invencibles, ya que tenían por aliado al mismo Dios omnipotente, (II Macabeos 11, 13)
envió mensajeros a los hebreos con ofrecimiento de entenderse con ellos a base de condiciones justas, y prometerles que él mismo persuadiría al rey a hacerse amigo de ellos. (II Macabeos 11, 14)
Ésta fue la historia de Nicanor. Como desde aquellos días la ciudad ha estado en poder de los hebreos, también yo pondré fin a mi obra. (II Macabeos 15, 38)