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  • Aquel año fueron escogidos entre el pueblo y designados jueces dos ancianos de esos a quienes se refiere el Señor cuando dice: "En Babilonia ha surgido la iniquidad de parte de los ancianos y de los jueces que se hacían guías del pueblo". (Daniel 13, 5)

  • Nosotros, que estábamos en un rincón del jardín, al ver la iniquidad, corrimos hacia ellos; (Daniel 13, 38)

  • Así hacíais vosotros con las hijas de Israel, y ellas accedían por miedo a vuestros deseos; pero una hija de Judá no ha soportado vuestra iniquidad. (Daniel 13, 57)

  • Se alimentan del pecado de mi pueblo, están hambrientos de su iniquidad. (Oseas 4, 8)

  • La arrogancia de Israel testifica contra él, la iniquidad de Efraín le hace vacilar, y Judá caerá también con ellos. (Oseas 5, 5)

  • Cuando yo quiero sanar a Israel, se descubre la iniquidad de Efraín y el crimen de Samaría, porque se practica la estafa, el ladrón penetra en las casas y afuera saquean los bandidos. (Oseas 7, 1)

  • Aman los sacrificios; ¡pues que los ofrezcan! Aman la carne; ¡que la coman! El Señor no se complace en ellos; ahora recordará su iniquidad, castigará su pecado y ellos volverán a Egipto. (Oseas 8, 13)

  • pues veo que no tienes buenas intenciones y estás atrapado en los lazos de la iniquidad". (Hechos 8, 23)

  • Que nadie os engañe en modo alguno, porque antes ha de venir la apostasía y ha de aparecer el hombre de la iniquidad, el destinado a la perdición, el adversario, (II Tesalonicenses 2, 3)

  • Realmente el misterio de iniquidad está ya en acción; sólo falta que el que ahora lo retiene sea quitado de en medio. (II Tesalonicenses 2, 7)

  • Entonces se manifestará el hombre de la iniquidad, a quien Jesús, el Señor, hará desaparecer con el soplo de su boca y aniquilará con el resplandor de su venida. (II Tesalonicenses 2, 8)

  • de suerte que serán condenados todos aquellos que no solamente se resistieron a creer en la verdad, sino que además se complacieron en la iniquidad. (II Tesalonicenses 2, 12)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina