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  • Pero al amanecer del día quinto, veinte jóvenes de las tropas del Macabeo, encendidos de indignación por las blasfemias, se subieron valerosamente sobre la muralla y mataron a cuantos cayeron en sus manos. (II Macabeos 10, 35)

  • Otros, en tanto, subieron igualmente a la muralla, prendieron fuego a las torres y a las puertas y encendieron hogueras en las que quedaron abrasados vivos los blasfemos; derribaron las puertas, entraron todos los demás y se apoderaron de la ciudad. (II Macabeos 10, 36)

  • Pero Judas y sus soldados, en el nombre del gran Señor del universo, que en tiempo de Josué, sin arietes ni máquinas de guerra había derribado las murallas de Jericó, se lanzaron feroces contra la muralla. (II Macabeos 12, 15)

  • El Señor es una muralla para el hombre de vida íntegra, pero una ruina para los criminales. (Proverbios 10, 29)

  • La hacienda del rico es su fuerte ciudadela, en su pensamiento es como una muralla elevada. (Proverbios 18, 11)

  • El sabio asalta una ciudad de héroes y derriba la muralla en que aquélla confía. (Proverbios 21, 22)

  • Aléjate del hombre que tiene poder de matar, y no tendrás que temer la muerte; pero si te acercas a él, no cometas falta, para que no te quite la vida. Ten presente que caminas en medio de lazos y marchas sobre la muralla de la ciudad. (Eclesiástico 9, 13)

  • Contasteis las casas de Jerusalén, y derribasteis casas para fortificar la muralla. (Isaías 22, 10)

  • Eliaquín, Sebná y Yoaj respondieron al general: "Habla, por favor, en arameo a tus siervos, porque nosotros lo entendemos; no nos hables en judío a oídos del pueblo que está tras la muralla". (Isaías 36, 11)

  • Pero el general contestó: "¿Es que mi señor me ha enviado a comunicar esto a tu señor y a ti, y no más bien a los hombres que están tras la muralla y que con vosotros están condenados a comer sus excrementos y a beber sus orines?". (Isaías 36, 12)

  • Yo te constituiré para este pueblo, cual muralla de bronce inconmovible. Lucharán contra ti, mas no te vencerán, pues yo estaré contigo para salvarte y librarte -dice el Señor-. (Jeremías 15, 20)

  • Yo castigaré a Bel en Babilonia y arrancaré de sus fauces lo que ha devorado. Hacia él no afluirán nunca más las naciones. Ya se ha desplomado la muralla de Babilonia. (Jeremías 51, 44)


“Imitemos o coração de Jesus, especialmente na dor, e assim nos conformaremos cada vez mais e mais com este coração divino para que, um dia, lá em cima no Céu, também nós possamos glorificar o Pai celeste ao lado daquele que tanto sofreu”. São Padre Pio de Pietrelcina