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  • dio un banquete a todos los príncipes, ministros y jefes del ejército persa y medo, a los nobles y gobernadores de las provincias. (Ester 1, 3)

  • El vestido, el caballo y la corona entréguense a uno de los más nobles y altos príncipes del rey. Éste vestirá al hombre a quien el rey quiere honrar y lo guiará a caballo por la plaza de la ciudad, gritando ante él: Así se trata a quien el rey quiere honrar". El rey dijo a Amán: (Ester 6, 9)

  • Sobre los nobles vierte el menosprecio y suelta la correa de los fuertes. (Job 12, 21)

  • Los nobles de la tierra le rendirán honores, ante él se inclinarán los moribundos y dejarán de ser. (Salmos 22, 30)

  • Quiero recordar aquello y desahogar mi alma; cuando entraba en la casa de Dios como en cortejo noble, al son de gritos de alegría y dando gracias entre la multitud en fiesta. (Salmos 42, 5)

  • para que instruyera a los nobles a su gusto y enseñara la sabiduría a los ancianos. (Salmos 105, 22)

  • Llamó a sus generales y nobles, educados con él desde la juventud, y, todavía en vida, les dividió el reino. (I Macabeos 1, 6)

  • Dejó a Lisias, hombre noble y de familia real, encargado de los asuntos de estado desde el río Éufrates hasta los confines de Egipto, (I Macabeos 3, 32)

  • Envió a Atenobio, uno de sus amigos, para conferenciar con él y decirle: "Habéis ocupado Jafa, Guézer y la ciudadela de Jerusalén, ciudades de mi reino. (I Macabeos 15, 28)

  • Atenobio, amigo del rey, llegó a Jerusalén y, viendo la fastuosidad de Simón, su vajilla de oro y plata y el aparato con que se rodeaba, quedó maravillado. Pero le comunicó las palabras del rey. (I Macabeos 15, 32)

  • Atenobio no le respondió nada, pero se volvió furioso al rey y le comunicó la respuesta y fastuosidad de Simón, con todo lo que había visto. El rey se enfureció. (I Macabeos 15, 36)

  • y de Hircano, hijo de Tobías, persona de noble posición -contra las falsas denuncias del malvado Simón-; y que todo el tesoro era de trece mil seiscientos kilos de plata y seis mil seiscientos de oro; (II Macabeos 3, 11)


“Os corações fortes e generosos não se lamentam, a não ser por grandes motivos e,ainda assim,não permitem que tais motivos penetrem fundo no seu íntimo.(P.e Pio) São Padre Pio de Pietrelcina