Fundar 30 Resultados para: Queridos

  • Los que tienen amos creyentes, que no les falten al respeto por ser hermanos en la fe; al contrario, sírvanles mejor, puesto que los que reciben sus servicios son creyentes y hermanos muy queridos. Esto es lo que has de enseñar e inculcar. (I Timoteo 6, 2)

  • Queridos hermanos, aunque hablamos así, estamos persuadidos de que vosotros estáis en una situación mejor y más favorable con respecto a la salvación. (Hebreos 6, 9)

  • No os engañéis, mis queridos hermanos. (Santiago 1, 16)

  • Mis queridos hermanos, sabed que todo hombre debe ser pronto para escuchar, pero lento para hablar y para airarse; (Santiago 1, 19)

  • Mis queridos hermanos, escuchad. ¿No ha elegido Dios a los pobres según el mundo para ser ricos en la fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? (Santiago 2, 5)

  • Queridos hermanos, como a gente de paso en tierra extraña, os exhorto a que os abstengáis de las pasiones carnales, que hacen la guerra al espíritu. (I Pedro 2, 11)

  • Queridos hermanos, no os extrañéis, como si fuera algo raro, de veros sometidos al fuego de la prueba; (I Pedro 4, 12)

  • Queridos hermanos, ésta es la segunda carta que os escribo. En las dos, mi propósito es el mismo: conseguir, con mis consejos, que penséis rectamente. (II Pedro 3, 1)

  • Queridos hermanos, no debéis olvidar una cosa: que un día es ante Dios como mil años, y mil años como un día. (II Pedro 3, 8)

  • Por lo cual, queridos hermanos, en espera de todas estas cosas, esforzaos por encontraros sin mancha, sin culpa y en paz en presencia del Señor. (II Pedro 3, 14)

  • Queridos míos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento viejo, que tenéis desde el principio: el mandamiento viejo es la palabra que habéis oído. (I Juan 2, 7)

  • Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal y como es. (I Juan 3, 2)


“O Senhor se comunica conosco à medida que nos libertamos do nosso apego aos sentidos, que sacrificamos nossa vontade própria e que edificamos nossa vida na humildade.” São Padre Pio de Pietrelcina