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¿Quién vio jamás cosa igual? ¿Quién vio una cosa semejante? ¿Se puede dar a luz a un país en sólo un día? ¿Un pueblo puede ser alumbrado de una vez? Pues apenas sentidos los dolores, Sión ha dado a luz a sus hijos. (Isaías 66, 8)
Llegad a las costas de Chipre y mirad; enviad a Quedar para informaros si sucedió jamás cosa semejante. (Jeremías 2, 10)
Nadie hay semejante a ti, Señor; tú eres grande, y grande es tu nombre poderoso. (Jeremías 10, 6)
Ha destrozado su recinto semejante a un jardín, ha derruido el lugar de su reunión. El Señor ha hecho olvidar en Sión fiestas y sábados; ha desechado, en el ardor de su ira, a rey y sacerdotes. (Lamentaciones 2, 6)
¿A quién te compararé? ¿A quién te haré semejante, oh hija de Jerusalén? ¿Quién te podrá salvar y confortar, oh virgen, hija de Sión? Grande como el mar es tu ruina, ¿quién te podrá curar? (Lamentaciones 2, 13)
Jamás ocurrió debajo del cielo entero nada semejante a lo ocurrido en Jerusalén, como estaba escrito en la ley de Moisés: (Baruc 2, 2)
Sentí el rumor de las alas mientras se movían; parecía el rumor de aguas ingentes, semejante a la voz del todopoderoso; un ruido tumultuoso como el de un ejército. Y cuando se pararon, replegaron sus alas. (Ezequiel 1, 24)
Por encima del firmamento que se extendía sobre sus cabezas apareció como una piedra de zafiro en forma de trono; y sobre esta especie de trono, una figura de aspecto semejante al de un hombre, que se erguía sobre él. (Ezequiel 1, 26)
semejante al arco iris que aparece en las nubes en un día de lluvia; tal era el fulgor que despedía. Esta visión era como la imagen de la gloria del Señor. A su vista yo caí rostro en tierra y oí una voz que hablaba. (Ezequiel 1, 28)
Miré y vi una figura como de un hombre. Desde lo que parecían sus caderas para abajo era de fuego, desde sus caderas para arriba un resplandor semejante al electro. (Ezequiel 8, 2)
Allí estaba la gloria del Señor, semejante a la visión que había tenido en la vega. (Ezequiel 8, 4)
El rumor de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior, semejante a la voz del todopoderoso cuando habla. (Ezequiel 10, 5)