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  • juzgará con justicia a los débiles, y con rectitud a los pobres del país; al tirano herirá con la vara de su boca, matará al criminal con el soplo de sus labios. (Isaías 11, 4)

  • El Señor secará el golfo del mar de Egipto; levantará su mano contra el Éufrates con su potente soplo, y lo dividirá en siete arroyos que se podrán pasar sandalia en pie; (Isaías 11, 15)

  • porque tú eres un refugio para el desvalido, un refugio para el pobre en su angustia, abrigo contra el aguacero, sombra contra el calor; pues el soplo de los tiranos es como la lluvia que azota la pared, (Isaías 25, 4)

  • Lo ha castigado con la dispersión, con el destierro; lo ha aventado con la fuerza de su soplo, como en día de viento solano. (Isaías 27, 8)

  • Su soplo es cual corriente desbordada, que llega hasta el cuello, para cribar a las naciones con criba destructora y poner un bocado extraviador en las quijadas de los pueblos. (Isaías 30, 28)

  • Pues desde hace tiempo está dispuesta en Tofet, preparada también para Moloc, una fosa honda y ancha, llena de paja y leña; el soplo del Señor, como un río de azufre, la prenderá. (Isaías 30, 33)

  • Heno habéis concebido, paja daréis a luz; mi soplo es un fuego que os devora. (Isaías 33, 11)

  • Buscad en el libro del Señor y leed: no falta ni uno; ninguno echa de menos a su compañero, pues la boca del Señor lo ha ordenado y su soplo los ha reunido. (Isaías 34, 16)

  • La hierba se seca, la flor se marchita, cuando el soplo del Señor le llega. ¡Sí, el pueblo es la hierba! (Isaías 40, 7)

  • Esto dice el Señor, Dios, el que creó los cielos y los desplegó, el que asentó la tierra y sus productos, el que da aliento al pueblo que la habita y soplo a los seres que se mueven en ella: (Isaías 42, 5)

  • Aunque grites, ¿te podrán salvar tus ídolos? A todos ellos se los llevará el viento, un soplo los arrebatará. Mas quien confía en mí heredará la tierra y poseerá mi santo monte. (Isaías 57, 13)

  • En occidente se temerá el nombre del Señor, y en oriente su gloria; porque vendrá como un torrente impetuoso, empujado por el soplo del Señor. (Isaías 59, 19)


“A natureza humana também quer a sua parte. Até Maria, Mãe de Jesus, que sabia que por meio de Sua morte a humanidade seria redimida, chorou e sofreu – e como sofreu!” São Padre Pio de Pietrelcina