Fundar 33 Resultados para: Subía

  • Cuando subía la llama del altar hacia el cielo, el ángel del Señor subió en la misma llama a la vista de Manóaj y de su mujer, que cayeron rostro en tierra. (Jueces 13, 20)

  • Pero entonces comenzó a levantarse de la ciudad la señal, una columna de humo; y Benjamín, volviendo los ojos atrás, se dio cuenta del incendio de la ciudad, que subía al cielo. (Jueces 20, 40)

  • Todos los años subía aquel hombre desde su ciudad a adorar y ofrecer sacrificios al Señor todopoderoso en Silo. Allí estaban los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés, como sacerdotes del Señor. (I Samuel 1, 3)

  • Su madre le hacía una pequeña túnica y se la llevaba todos los años, cuando subía con su marido para hacer el sacrificio anual. (I Samuel 2, 19)

  • David subía la pendiente de los olivos; subía llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos, y todo el pueblo que le acompañaba iba también con la cabeza cubierta y llorando. (II Samuel 15, 30)

  • Una humareda subía de sus narices y de su boca un fuego destructor; de él salían carbones encendidos. (II Samuel 22, 9)

  • La puerta de entrada al departamento interior estaba en el costado derecho del edificio, y por una escalera de caracol se subía al intermedio, y del intermedio, al tercero. (I Reyes 6, 8)

  • una humareda subía de sus narices y de su boca un fuego destructor, de él salían carbones encendidos. (Salmos 18, 9)

  • Cuando se ponía las vestiduras de fiesta y se vestía con ropas suntuosas, subía al altar santo y hacía resplandecer el ámbito del santuario. (Eclesiástico 50, 11)

  • ¿Quién era aquel que subía como el Nilo, como torrente de revueltas aguas? (Jeremías 46, 7)

  • Era Egipto, que subía como el Nilo, como torrente de revueltas aguas. (Jeremías 46, 8)

  • Y setenta hombres de los ancianos de la casa de Israel, entre los cuales se encontraba Jazanías, hijo de Safán, estaban de pie ante aquéllos, cada uno con su incensario en la mano, del cual subía el perfume del incienso. (Ezequiel 8, 11)


“O demônio é forte com quem o teme, mas é fraquíssimo com quem o despreza.” São Padre Pio de Pietrelcina