Fundar 64 Resultados para: Traído
Habéis visto cómo he tratado a los egipcios y cómo os he llevado sobre alas de águila y os he traído hasta mí. (Exodo 19, 4)
Recibieron de manos de Moisés todas las ofrendas que los israelitas habían traído para la construcción del santuario. Los israelitas seguían llevando espontáneamente sus ofrendas todas las mañanas; (Exodo 36, 3)
¿No es bastante que nos hayas sacado de una tierra que mana leche y miel y nos hayas traído a este desierto de muerte, para que quieras todavía seguir tiranizándonos? (Números 16, 13)
¡No es una tierra que mana leche y miel donde nos has traído! ¡No nos has dado en posesión ni campos ni viñas! ¿Crees que están ciegas estas gentes? ¡No, no iremos!". (Números 16, 14)
¿Por qué habéis traído al pueblo del Señor a este desierto, para que muramos nosotros y nuestros ganados? (Números 20, 4)
Josué dijo: "¿Por qué nos has traído la desgracia? Ahora, que el Señor haga caer sobre ti la desgracia". Y todos los israelitas lo mataron a pedradas. (Josué 7, 25)
Los huesos de José, que los israelitas habían traído de Egipto, fueron sepultados en Siquén, en la parte del campo que Jacob había comprado por cien monedas de plata a los hijos de Jamor, padre de Siquén, y que pasó a ser propiedad de los hijos de José. (Josué 24, 32)
Cuando estaban cerca de la casa de Micá, reconocieron la voz del joven levita, fueron y le dijeron: "¿Quién te ha traído aquí? ¿Qué haces tú aquí? ¿En qué te ocupas?". (Jueces 18, 3)
Entonces trasladaron el arca de Dios a Ecrón. Y cuando el arca de Dios llegó a Ecrón, los de Ecrón gritaban y decían: "Han traído aquí el arca del Dios de Israel para matarnos a nosotros y a nuestro pueblo". (I Samuel 5, 10)
Saúl le respondió: "¡Yo he obedecido al Señor! Fui a la expedición a la que él me mandó; he traído a Agag, rey de Amalec, y he exterminado a los amalecitas. (I Samuel 15, 20)
Aquís dijo a sus servidores: "Estáis viendo que es un loco. ¿Para qué me lo habéis traído? (I Samuel 21, 15)
David recibió de su mano lo que ella había traído y le dijo: "Vete en paz a tu casa; ya ves que he escuchado tus palabras y que he accedido a tus ruegos". (I Samuel 25, 35)