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  • El año treinta y siete de la cautividad de Jeconías, rey de Judá, el duodécimo mes, el día veintisiete del mes, Evil Merodac, rey de Babilonia, el año de su ascensión, indultó a Jeconías, rey de Judá, y lo sacó de la prisión. (II Reyes 25, 27)

  • Éstos fueron los seis hijos que le nacieron a David en Hebrón, donde reinó siete años y seis meses. Después reinó treinta y tres años en Jerusalén, (I Crónicas 3, 4)

  • Tres de los treinta fueron a la roca de la cueva de Adulán, donde estaba David, mientras los filisteos estaban acampados en el valle de Refaín. (I Crónicas 11, 15)

  • Abisay, hermano de Joab, era jefe de los treinta. Él fue quien blandió su lanza contra trescientos, los mató y adquirió fama entre los treinta. (I Crónicas 11, 20)

  • Llegó a ser el más famoso de los treinta, y se convirtió en su jefe; pero no llegaba a los tres. (I Crónicas 11, 21)

  • Esto hizo Benayas, hijo de Yehoyadá, que se hizo famoso entre los treinta. (I Crónicas 11, 24)

  • Fue el más famoso de los treinta, pero no llegaba a los tres. David lo puso a la cabeza de su guardia personal. (I Crónicas 11, 25)

  • Adiná, hijo de Sizá, rubenita, jefe de los rubenitas, y treinta con él; (I Crónicas 11, 42)

  • Yismayas, de Gabaón, uno de los treinta héroes y jefe de los treinta; (I Crónicas 12, 4)

  • El espíritu se apoderó de Amasay, jefe de los treinta, que dijo: "¡Somos tuyos, David. Estamos contigo, hijo de Jesé. La paz, la paz contigo y con los tuyos, porque tu ayuda es Dios!". David los recibió y los puso entre los jefes de tropa. (I Crónicas 12, 19)

  • Los amonitas se dieron cuenta de que se habían hecho odiosos a David, y Janún y los amonitas enviaron unas treinta y cuatro toneladas de plata para contratar como mercenarios tropas de caballería y carros de combate sirios en Mesopotamia, Maacá y Sobá. (I Crónicas 19, 6)

  • Contrataron a sueldo al rey de Maacá, sus tropas y treinta y dos mil carros, que acamparon frente a Madabá, mientras los amonitas, reunidos fuera ya de sus ciudades, estaban prontos al combate. (I Crónicas 19, 7)


“Uma só coisa é necessária: estar perto de Jesus”. São Padre Pio de Pietrelcina