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  • Con este dinero comprarás novillos y corderos con las correspondientes ofrendas de pan y de vino para ofrecerlo luego en el altar del templo de vuestro Dios, en Jerusalén. (Esdras 7, 17)

  • los sacerdotes, los levitas y el pueblo regulamos también, por suertes, la aportación de la leña que cada familia, a su turno, debía suministrar cada año al templo de nuestro Dios para quemarla sobre el altar del Señor, nuestro Dios, como está escrito en la ley: (Nehemías 10, 35)

  • y se lo entregaba a los sacerdotes, descendientes de Aarón, para el altar. A los levitas, que prestan sus servicios en Jerusalén, les entregaba la décima parte del trigo, del vino y del aceite, de las granadas, de los higos y de los otros frutos de los árboles. Otra décima parte la hacía dinero y lo distribuía cada año en Jerusalén. (Tobías 1, 7)

  • Hacía poco que habían vuelto del destierro, que el pueblo judío se había reunificado y que los objetos del culto, el altar y el templo habían sido purificados de su profanación. (Judit 4, 3)

  • Rodearon también el altar con sacos, y todos juntos pidieron fervorosamente al Dios de Israel que no entregase sus hijos al pillaje, que no fuesen sus mujeres arrebatadas ni sus ciudades destruidas y que el templo no fuese profanado y ultrajado por paganos. (Judit 4, 12)

  • Por tanto, hermanos, seamos conscientes de que la vida de nuestros compatriotas depende de nosotros, y que el santuario, el templo y el altar pesan sobre nosotros. (Judit 8, 24)

  • Tu nombre es "el Señor". Deshaz su fuerza con tu poder y humilla su dominio con tu ira, pues pretenden profanar tu santuario, violar el tabernáculo donde mora el nombre de tu gloria y arrancar con hierro los cuernos de tu altar. (Judit 9, 8)

  • anular tus promesas y exterminar tu propiedad, cerrar la boca de los que te alaban y extinguir la gloria de tu templo y de tu altar (Ester 14, 9)

  • Lavo mis manos en señal de inocencia, para dar vueltas en torno a tu altar (Salmos 26, 6)

  • Yo llegaré hasta el altar de Dios, del Dios que es mi gozo y mi alegría; te alabaré al son de la cítara, Señor, Dios mío. (Salmos 43, 4)

  • Entonces aceptarás los sacrificios justos -holocaustos y ofrendas perfectas-, entonces se ofrecerán novillos en tu altar. (Salmos 51, 21)

  • El Señor es Dios, él nos ilumina; ordenad la procesión con ramos en las manos hasta los ángulos del altar. (Salmos 118, 27)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina