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  • Quitó los estatutos benévolos del rey, hechos por Juan, padre de Eupolemo, el embajador que hizo el tratado de amistad con los romanos. Abolió las leyes antiguas, y puso nuevos estatutos ilegales. (II Macabeos 4, 11)

  • Los que estaban al frente del banquete sacrílego, llevados de la antigua amistad que con él tenían, le tomaron aparte y le instaban a que se hiciera llevar manjares permitidos, preparados por él mismo, a fin de simular que había comido de los manjares de los sacrificios, según el edicto del rey. (II Macabeos 6, 21)

  • Haciendo así, se libraría de la muerte. Le hacían este favor por la amistad antigua que tenían con él. (II Macabeos 6, 22)

  • El injusto adquiere ganancias falsas, pero el que siembra la justicia tiene recompensa verdadera. (Proverbios 11, 18)

  • El que encubre la falta cultiva la amistad, pero el que la descubre con sus palabras divide a los amigos. (Proverbios 17, 9)

  • No tengas amistad con el hombre violento, ni vayas con el hombre iracundo, (Proverbios 22, 24)

  • La prudencia es la verdadera ancianidad, la vida intachable es la honrada vejez. (Sabiduría 4, 9)

  • Porque es tesoro inagotable para los hombres, los que la poseen se atraen la amistad de Dios, recomendados por los dones de la educación. (Sabiduría 7, 14)

  • en su amistad el honesto deleite, en los trabajos de sus manos riqueza inagotable, en su trato continuo la prudencia y buen nombre en tomar parte en sus discursos, corrí de un lado para otro buscando el modo de tomarla por esposa. (Sabiduría 8, 18)

  • Quien arroja una piedra a los pájaros los levanta; el que afrenta al amigo destruye la amistad. (Eclesiástico 22, 20)

  • En tres cosas se complace mi alma, que son agradables a Dios y a los hombres: la concordia entre hermanos, la amistad entre vecinos y marido y mujer bien avenidos. (Eclesiástico 25, 1)

  • Porque como un hombre mata a su enemigo, así tú has destruido la amistad de tu prójimo. (Eclesiástico 27, 18)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina