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  • Cuando el Señor, tu Dios, haya exterminado las naciones cuyas tierras te da en posesión y vivas en sus ciudades y en sus casas, (Deuteronomio 19, 1)

  • Mirad nuestro pan; todavía estaba caliente cuando lo tomamos en nuestras casas el día que partimos para salir a vuestro encuentro, y ahora está duro y hecho migas; (Josué 9, 12)

  • Cuando los de Gaza supieron que Sansón estaba allí, la cercaron y estuvieron todo el día en acecho a las puertas de la ciudad. Por la noche se fueron tranquilos a sus casas diciendo: "Al venir el día lo mataremos". (Jueces 16, 2)

  • Y los mandó al Líbano en brigadas de diez mil cada mes. Un mes estaban en el Líbano y dos meses en sus casas. Al frente de la leva estaba Adonirán. (I Reyes 5, 28)

  • Al octavo día despidió Salomón al pueblo, y ellos bendijeron al rey y se volvieron a sus casas alegres y contentos por todos los beneficios que el Señor había hecho a David, su siervo, y a su pueblo Israel. (I Reyes 8, 66)

  • Los israelitas, al ver que el rey no les había hecho caso, le replicaron: "¿Qué tenemos que ver nosotros con David? ¡No tenemos ninguna heredad en común con el hijo de Jesé! ¡Cada uno a sus casas, Israel! Mira tú ahora por tu casa, David". Y los israelitas se fueron a sus casas. (I Reyes 12, 16)

  • Esto dice el Señor: No vayáis a luchar con vuestros hermanos, los israelitas. Volveos a vuestras casas, pues esto ha sucedido porque yo lo he querido". Ellos obedecieron la voz del Señor, y se volvieron, como lo ordenaba el Señor. (I Reyes 12, 24)

  • Por tanto, mañana, a estas horas, te mandaré mis súbditos, que registrarán tu casa y las casas de tus súbditos. Todo lo que les agrade lo tomarán y se lo llevarán". (I Reyes 20, 6)

  • El Señor dio a Israel un salvador, que los libró del yugo de Siria, y los israelitas vivieron tranquilos en sus casas como antes. (II Reyes 13, 5)

  • incendió el templo del Señor y el palacio real y prendió fuego a todas las casas y palacios de Jerusalén. (II Reyes 25, 9)

  • Estos hombres, designados nominalmente, eran jefes en sus respectivos clanes, y sus casas patriarcales se propagaron largamente. (I Crónicas 4, 38)

  • Los simeonitas, descritos más arriba nominalmente, vinieron en tiempo de Ezequías, rey de Judá, conquistaron sus campamentos y sus casas y las destruyeron totalmente hasta el día de hoy, y se establecieron en su lugar, pues allí había pastos para sus rebaños. (I Crónicas 4, 41)


“Ouço interiormente uma voz que constantemente me diz: Santifique-se e santifique!” São Padre Pio de Pietrelcina