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No temáis nunca las amenazas del hombre pecador, porque su gloria es estiércol y gusanos. (I Macabeos 2, 62)
Vosotros, hijos míos, tened valor y sed fuertes en la defensa de la ley, porque ella os cubrirá de gloria. (I Macabeos 2, 64)
"Me haré famoso y adquiriré gloria en el reino luchando contra Judas y sus seguidores, que no hacen caso de la orden del rey". (I Macabeos 3, 14)
Pero Judas les contestó: "Jamás haré semejante cosa: huir delante de ellos. Si ha llegado nuestra hora, muramos valientemente por nuestros hermanos sin manchar nuestra gloria". (I Macabeos 9, 10)
El resto de la historia de Judas, sus guerras, las hazañas por él realizadas y sus timbres de gloria no han sido escritos; son demasiado numerosos. (I Macabeos 9, 22)
Arrojaron las armas e hicieron las paces. Los judíos, cubiertos de gloria ante el rey y todos sus súbditos, se hicieron famosos en todo el reino y volvieron a Jerusalén cargados de botín. (I Macabeos 11, 51)
Entre tantos títulos de gloria, tomó a Jafa y la hizo puerto, abriendo camino a las islas del mar. (I Macabeos 14, 5)
Los emisarios que habéis mandado a nuestro pueblo nos han informado de vuestra gloria y felicidad. Nos ha llenado de gozo su venida, (I Macabeos 14, 21)
En las frecuentes batallas libradas en nuestro país, Simón, hijo de Matatías, de la familia de Yoarib, y sus hermanos, han expuesto con peligro sus vidas y han resistido a los enemigos de su nación para salvar el templo y la ley, conquistando gloria imperecedera para su nación. (I Macabeos 14, 29)
El pueblo comprobó la lealtad de Simón y la gloria que pretendía conseguir para su nación. Lo nombró su caudillo y sumo sacerdote precisamente por los servicios prestados, por la justicia y la lealtad demostradas a su nación, buscando por todos los medios la elevación de su pueblo. (I Macabeos 14, 35)
y cuando me haya posesionado de mi reino te llenaré de honores a ti, a tu nación y al templo, de modo que vuestra gloria se manifieste en toda la tierra". (I Macabeos 15, 9)
Entonces el Señor descubrirá todo esto y se manifestará la gloria del Señor y la nube, como se manifestó en tiempo de Moisés y como cuando Salomón oró para que el templo fuera gloriosamente santificado. (II Macabeos 2, 8)