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  • Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda libertad: "A vosotros había que anunciar antes que a nadie la palabra de Dios; pero ya que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, nos vamos a los paganos. (Hechos 13, 46)

  • Los paganos, al oírlo, se llenaron de alegría y aplaudieron la palabra del Señor; y todos los que estaban destinados a la vida eterna abrazaron la fe. (Hechos 13, 48)

  • La palabra del Señor se difundía por todo el país. (Hechos 13, 49)

  • Tras una larga discusión, se levantó Pedro y les dijo: "Hermanos, vosotros sabéis que hace mucho tiempo Dios me eligió entre vosotros para que los paganos oyesen de mis labios la palabra del evangelio y abrazaran la fe. (Hechos 15, 7)

  • Os enviamos a Judas y a Silas, que os dirán lo mismo de palabra. (Hechos 15, 27)

  • Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía, enseñando y evangelizando la palabra del Señor en unión de otros muchos. (Hechos 15, 35)

  • Pasados unos días, Pablo dijo a Bernabé: "Volvamos a visitar a los hermanos por todas las ciudades en que anunciamos la palabra del Señor, a ver cómo están". (Hechos 15, 36)

  • Atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu Santo les impidió anunciar la palabra en Asia. (Hechos 16, 6)

  • Y le anunciaron la palabra del Señor a él y a todos los que había en su casa. (Hechos 16, 32)

  • Los judíos de Berea eran más abiertos que los de Tesalónica, y recibieron la palabra con buena disposición, estudiando diariamente las Escrituras para ver si todo era así. (Hechos 17, 11)

  • Cuando los judíos de Tesalónica supieron que Pablo anunciaba también en Berea la palabra de Dios, fueron allá para agitar y alborotar a la plebe. (Hechos 17, 13)

  • Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo se entregó por completo a la predicación de la palabra, proclamando ante los judíos que Jesús era el mesías. (Hechos 18, 5)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina