Fundar 31 Resultados para: suertes

  • Vamos a echar suertes a ver a quién le toca atacar a Guibeá; (Jueces 20, 9)

  • Echaron también a suertes el servicio, sin distinción entre pequeño y grande, maestro y discípulo. (I Crónicas 25, 8)

  • y el gobernador les prohibió comer alimentos sagrados hasta que se presentase un sacerdote para consultar las suertes. (Esdras 2, 63)

  • y el gobernador les prohibió comer alimentos sagrados hasta que se presentase un sacerdote para consultar las suertes. (Nehemías 7, 65)

  • los sacerdotes, los levitas y el pueblo regulamos también, por suertes, la aportación de la leña que cada familia, a su turno, debía suministrar cada año al templo de nuestro Dios para quemarla sobre el altar del Señor, nuestro Dios, como está escrito en la ley: (Nehemías 10, 35)

  • Los jefes del pueblo se establecieron en Jerusalén. El resto del pueblo echó a suertes para que uno de cada diez viniese a habitar en Jerusalén, la ciudad santa, quedando los otros nueve en las ciudades. (Nehemías 11, 1)

  • echó a las naciones delante de ellos, les repartió la tierra a suertes, estableció en sus tiendas a las tribus de Israel. (Salmos 78, 55)

  • El hombre echa las suertes, pero el resultado depende del Señor. (Proverbios 16, 33)

  • Os la repartiréis como heredad entre vosotros y los extranjeros domiciliados en vuestro territorio que hayan engendrado hijos entre vosotros; consideraréis a éstos como ciudadanos israelitas, y con vosotros echarán suertes para obtener su parte en medio de las tribus de Israel. (Ezequiel 47, 22)

  • Tal es la tierra que repartiréis a suertes como heredad entre las tribus de Israel y tales sus partes, dice el Señor Dios. (Ezequiel 48, 29)

  • Porque echaron suertes sobre mi pueblo, cambiaron al muchacho por una prostituta, vendieron a sus hijas por vino y se dieron a beber. (Joel 4, 3)

  • El día que estabas frente a él, cuando los extranjeros llevaban prisionero a su ejército y los extranjeros entraban por sus puertas y echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos. (Abdías 1, 11)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina