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Has convocado como en un día de fiesta el terror por todas partes; no ha habido, en el día de tu ira, escapado ni superviviente. Los que yo había criado y educado, mi enemigo los exterminó. (Lamentaciones 2, 22)
No creían los reyes de la tierra, todos los habitantes del mundo, que el opresor y el enemigo atravesaría las puertas de Jerusalén. (Lamentaciones 4, 12)
Hijos, soportad con paciencia la ira que de parte de Dios os ha alcanzado; tu enemigo te ha perseguido, pero pronto verás su ruina y pondrás tu pie en su nuca. (Baruc 4, 25)
Tampoco pueden resistir a un rey ni a un ejército enemigo. (Baruc 6, 55)
Por todo vuestro territorio las ciudades serán arruinadas y devastadas las colinas, a fin de que sean destruidos y devastados vuestros altares, despedazados y aventados vuestros ídolos, hechas añicos vuestras columnas y aniquiladas vuestras obras. (Ezequiel 6, 6)
A espada caeréis. Yo os juzgaré en el territorio de Israel y sabréis que yo soy el Señor. (Ezequiel 11, 10)
Esto dice el Señor Dios: Por haber dicho el enemigo contra vosotros: ¡Ja, ja, estas colinas eternas han pasado a nuestra herencia!, (Ezequiel 36, 2)
Y cuando vivan seguros en su territorio sin que nadie los atemorice, sentirán el peso de su ignominia y de todas las infidelidades que cometieron contra mí. (Ezequiel 39, 26)
sabrán que yo soy el Señor, su Dios, porque después de haberlos llevado al destierro entre las gentes, los reuní en su territorio sin haber dejado allí ni a uno solo. (Ezequiel 39, 28)
Cuando os repartáis por sorteo la tierra en patrimonio, reservaréis al Señor la parte sagrada del territorio: una extensión de doce kilómetros y medio de larga por diez de ancha. Este coto será todo él sagrado. (Ezequiel 45, 1)
Otro territorio de doce kilómetros y medio de largo por cinco de ancho será propiedad de los levitas, que ejercen el ministerio en el templo, con ciudades para vivir. (Ezequiel 45, 5)
Recibiréis cada uno por igual la parte que os toca del territorio que yo, mano en alto, juré dar a vuestros padres; esta tierra será vuestra heredad. (Ezequiel 47, 14)