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  • a dar para los trabajos del templo de Dios: ciento setenta mil kilos de oro, diez mil monedas de oro, trescientos cuarenta mil kilos de plata, seiscientos diez mil kilos de bronce y tres millones cuatrocientos mil kilos de hierro. (I Crónicas 29, 7)

  • A los israelitas no les impuso trabajos forzados; éstos eran sus guerreros, cortesanos, generales, prefectos y capitanes de los carros y la caballería. (II Crónicas 8, 9)

  • El rey y Yehodayá lo entregaron a los capataces de los trabajos del templo, los cuales contrataron a salario canteros, carpinteros y expertos artífices en hierro y bronce para renovar y consolidar el templo del Señor. (II Crónicas 24, 12)

  • Construyó la puerta superior del templo del Señor e hizo muchos trabajos en el muro de Ofel. (II Crónicas 27, 3)

  • El mes segundo del año segundo de su llegada al templo de Dios en Jerusalén, Zorobabel, hijo de Sealtiel; Josué, hijo de Yosadac, con el resto de sus hermanos, sacerdotes y levitas, y todos los que habían vuelto del destierro a Jerusalén, pusieron manos a la obra y encargaron a los levitas de veinte años para arriba la dirección de los trabajos del templo del Señor. (Esdras 3, 8)

  • Todos los días se consumía a expensas mías un toro, seis carneros selectos y aves; cada diez días se traía vino en abundancia. Sin embargo, no reclamé la provisión que me correspondía como gobernador, porque los trabajos gravaban ya bastante al pueblo. (Nehemías 5, 18)

  • En este tiempo, Ana, mi mujer, se dedicaba a trabajos femeninos, (Tobías 2, 11)

  • ¿Puedes fiarte de él porque sea grande su fuerza, y confiarle tus trabajos? (Job 39, 11)

  • La duración de nuestra vida es de setenta años, la de los más fuertes, ochenta, pero en su mayor parte no son más que trabajos y miseria, pues pasan aprisa y nosotros volamos. (Salmos 90, 10)

  • Él los sometió a trabajos durísimos, caían agotados y nadie les echaba una mano. (Salmos 107, 12)

  • Canción de las subidas Señor, acuérdate de David y de todos sus trabajos, (Salmos 132, 1)

  • Colocaron los panes sobre la mesa, colgaron las cortinas, y así dieron fin a los trabajos. (I Macabeos 4, 51)


Como distinguir uma tentação de um pecado e como estar certo de que não se pecou? – perguntou um penitente. Padre Pio sorriu e respondeu: “Como se distingue um burro de um homem? O burro tem de ser conduzido; o homem conduz a si mesmo!” São Padre Pio de Pietrelcina