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Sopla el viento hacia el sur, y luego gira hacia el norte; y gira, gira, y retorna sobre su recorrido el viento. (Eclesiastés 1, 6)
He visto todo lo que se hace bajo el sol, y he aquí que todo es vanidad y dar caza al viento. (Eclesiastés 1, 14)
Me dediqué a conocer la sabiduría y la ciencia, la locura y la necedad, y comprendí que también eso es dar caza al viento. (Eclesiastés 1, 17)
Luego reflexioné sobre todas las obras que mis manos habían hecho y sobre la fatiga que me había tomado por hacerlas, y he aquí que todo es vanidad, andar a la caza del viento, y no queda provecho alguno bajo el sol. (Eclesiastés 2, 11)
Detesto la vida porque me disgusta todo lo que se hace bajo el sol, porque todo es vanidad y dar caza al viento. (Eclesiastés 2, 17)
Porque él da sabiduría, ciencia y placer al hombre que le agrada; y al malhechor le impone la carga de allegar y amontonar para dejárselo después a quien Dios quiera. También esto es vanidad y dar caza al viento. (Eclesiastés 2, 26)
He visto que todo trabajo y toda empresa con éxito no es más que envidia de uno contra otro. También esto es vanidad y andar a caza del viento. (Eclesiastés 4, 4)
Más vale un puñado de descanso que dos puñados de fatiga y de dar caza al viento. (Eclesiastés 4, 6)
Era una muchedumbre sin fin la que él presidía; pero los que vengan después no estarán contentos con él. Y también esto es vanidad y dar caza al viento. (Eclesiastés 4, 16)
También esto es un mal doloroso, que se vaya como ha venido; ¿qué provecho le queda de haber trabajado para el viento? (Eclesiastés 5, 15)
El que los ojos vean es preferible a que el corazón desee. También esto es vanidad y dar caza al viento. (Eclesiastés 6, 9)
El que observa el viento, no sembrará; y el que mira las nubes, no segará. (Eclesiastés 11, 4)