16. Una vez dueños de la ciudad por la voluntad de Dios, hicieron una indescriptible carnicería hasta el punto de que el lago vecino, con su anchura de dos estadios, parecía lleno con la sangre que le había llegado.





“De todos os que vierem pedir meu auxílio, nunca perderei nenhum!” São Padre Pio de Pietrelcina