21. Lo recogían cada mañana, cada uno en razón de su propio consumo. Cuando calentaba el sol, se derretía.





“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina