Löydetty 703 Tulokset: Palabra

  • Los Doce reunieron la asamblea de los discípulos y les dijeron: «No es correcto que nosotros descuidemos la Palabra de Dios por hacernos cargo de las mesas. (Hecho de los Apóstoles 6, 2)

  • mientras que nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la Palabra.» (Hecho de los Apóstoles 6, 4)

  • La Palabra de Dios se difundía; el número de los discípulos en Jerusalén aumentaba considerablemente, e incluso un buen grupo de sacerdotes había aceptado la fe. (Hecho de los Apóstoles 6, 7)

  • Mientras tanto, los que se habían dispersado anunciaban la Palabra en los lugares por donde pasaban. (Hecho de los Apóstoles 8, 4)

  • Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén tuvieron noticia de que los samaritanos habían aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. (Hecho de los Apóstoles 8, 14)

  • Pedro y Juan dieron testimonio y, después de predicar la Palabra del Señor, volvieron a Jerusalén. Por el camino evangelizaron varios pueblos de Samaría. (Hecho de los Apóstoles 8, 25)

  • Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: «Verdaderamente reconozco que Dios no hace diferencia entre las personas. (Hecho de los Apóstoles 10, 34)

  • Ahora bien, Dios ha enviado su Palabra a los israelitas, dándoles un mensaje de paz por medio de Jesús, el Mesías, que también es el Señor de todos. (Hecho de los Apóstoles 10, 36)

  • Todavía estaba hablando Pedro, cuando el Espíritu Santo bajó sobre todos los que escuchaban la Palabra. (Hecho de los Apóstoles 10, 44)

  • Los apóstoles y los hermanos de Judea tuvieron noticias de que también personas no judías habían acogido la Palabra de Dios. Por eso, (Hecho de los Apóstoles 11, 1)

  • Entonces me acordé de la palabra del Señor, que dijo: "Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo." (Hecho de los Apóstoles 11, 16)

  • Algunos que se habían dispersado a raíz de la persecución cuando el asunto de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, pero sólo predicaban la Palabra a los judíos. (Hecho de los Apóstoles 11, 19)


O maldito “eu” o mantém apegado à Terra e o impede de voar para Jesus. São Padre Pio de Pietrelcina