Löydetty 85 Tulokset: refugio

  • Adonai Señor, hacia ti vuelvo mis ojos, en ti me refugio, no expongas mi vida. (Salmos 141, 8)

  • Dirige a la derecha tu mirada y ve cómo ninguno me conoce. Lejos de mí está cualquier refugio, nadie se preocupa de mi vida. (Salmos 142, 5)

  • él es mi refugio y mi baluarte, mi fortaleza y mi libertador, mi escudo en que me amparo, él humilla los pueblos a mis pies. (Salmos 144, 2)

  • Ni siquiera les tiraron piedras, ni intentaron cerrarles la entrada de su refugio. (1 Macabeos 2, 36)

  • Judas atravesó primero hacia el enemigo, y toda su gente lo siguió. Derrotaron a todos los paganos, que abandonaron sus armas y corrieron a buscar refugio en el recinto sagrado de Carnaím. (1 Macabeos 5, 43)

  • Sólo en Betsur quedaron algunos de los renegados de la Ley y los preceptos, pues éste era como un lugar de refugio. (1 Macabeos 10, 14)

  • Demetrio se refugió en su palacio, mientras los ciudadanos ocupaban las calles de la ciudad y comenzaban el ataque. (1 Macabeos 11, 46)

  • Antíoco lo persiguió y Trifón se refugió en Dora, junto al mar; (1 Macabeos 15, 11)

  • Cuando Onías ya no pudo dudar de lo que había hecho Menelao, se refugió en Dafne, cerca de Antioquía, lugar de asilo, y desde allí lo denunció. (2 Macabeos 4, 33)

  • Por esto, Menelao, a solas con Andrónico, lo incitaba a que acabara con Onías. Andrónico fue donde Onías y se ganó con engaño su confianza, estrechando su mano y dándole la mano con juramento; persuadió a Onías, aunque a éste no le faltaban sospechas, a salir de su refugio, e inmediatamente le dio muerte, sin respeto alguno de la justicia. (2 Macabeos 4, 34)

  • Al correrse el falso rumor de que Antíoco había muerto, Jasón, reuniendo unos diez mil hombres, asaltó de improviso la ciudad. Se defendieron desde las murallas, pero una vez tomadas éstas, toda la ciudad cayó en manos de Jasón, mientras que Menelao se refugió en la fortaleza. (2 Macabeos 5, 5)

  • Timoteo se refugió en una fortaleza muy bien guardada llamada Gázara, donde mandaba Quereas. (2 Macabeos 10, 32)


“Não há nada mais inaceitável do que uma mulher caprichosa, frívola e arrogante, especialmente se é casada. Uma esposa cristã deve ser uma mulher de profunda piedade em relação a Deus, um anjo de paz na família, digna e agradável em relação ao próximo.” São Padre Pio de Pietrelcina