Löydetty 148 Tulokset: batalla de los amorreos

  • Además, el Señor expulsó delante de nosotros a todos esos pueblos y a los amorreos que habitaban en el país. Por eso, también nosotros serviremos al Señor, ya que él es nuestro Dios". (Josué 24, 18)

  • Los amorreos obligaron a la tribu de Dan a replegarse hacia la región montañosa, impidiéndole bajar hasta el llano. (Jueces 1, 34)

  • Los amorreos pudieron permanecer en Har Jéres, en Aialón y en Salbím, pero cuando la casa de José afianzó su poder, fueron obligados a pagar tributo. (Jueces 1, 35)

  • Por eso los israelitas tuvieron que vivir en medio de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos. (Jueces 3, 5)

  • Y también les dije: ‘Yo soy el Señor, su Dios. No adoren a los dioses de los amorreos, en cuyo territorio habitan’. Pero ustedes no escucharon mi voz". (Jueces 6, 10)

  • Gaal salió al frente de los señores de Siquém y presentó batalla a Abimélec. (Jueces 9, 39)

  • A partir de ese momento, los amonitas oprimieron duramente a los israelitas que vivían al otro lado del Jordán, en el país de los amorreos de Galaad. La opresión duró dieciocho años. (Jueces 10, 8)

  • Y el Señor dijo a los israelitas: "Cuando los oprimieron los egipcios, los amorreos, los amonitas, los filisteos, (Jueces 10, 11)

  • Luego envió mensajeros a Sijón, el rey de los amorreos que reinaba en Jesbón, y le dijo: ‘Por favor, déjame pasar por tu país hasta llegar a mi destino’. (Jueces 11, 19)

  • El Señor, el Dios de Israel, entregó en manos de los israelitas a Sijón con todas sus tropas. Israel los derrotó y ocupó todo el país de los amorreos que habitaban en esa región. (Jueces 11, 21)

  • Así ocuparon todo el territorio de los amorreos, desde el Arnón hasta el Iaboc y desde el desierto hasta el Jordán. (Jueces 11, 22)

  • Y ahora que el Señor, el Dios de Israel, ha desposeído a los amorreos delante de su pueblo Israel, ¿lo vas a desposeer tú a él? (Jueces 11, 23)


“Não nos preocupemos quando Deus põe à prova a nossa fidelidade. Confiemo-nos à Sua vontade; é o que podemos fazer. Deus nos libertará, consolará e enorajará.” São Padre Pio de Pietrelcina