Löydetty 377 Tulokset: dedicación del altar

  • Entonces aceptarás los sacrificios rituales -las oblaciones y los holocaustos- y se ofrecerán novillos en tu altar. (Salmos 51, 21)

  • el Señor es Dios, y él nos ilumina. "Ordenen una procesión con ramas frondosas hasta los ángulos del altar". (Salmos 118, 27)

  • Antíoco penetró arrogantemente en el Santuario y se llevó el altar de oro, el candelabro con todas sus lámparas, (I Macabeos 1, 21)

  • El día quince del mes de Quisleu, en el año ciento cuarenta y cinco, el rey hizo erigir sobre el altar de los holocaustos la Abominación de la desolación. También construyeron altares en todos las ciudades de Judá. (I Macabeos 1, 54)

  • El veinticinco de cada mes, se ofrecían sacrificios en el ara que se alzaba sobre el altar de los holocaustos. (I Macabeos 1, 59)

  • Cuando acabó de pronunciar estas palabras, un judío se adelantó a la vista de todos para ofrecer un sacrificio sobre el altar de Modín, conforme al decreto del rey. (I Macabeos 2, 23)

  • Al ver esto, Matatías se enardeció de celo y se estremecieron sus entrañas; y dejándose llevar por una justa indignación, se abalanzó y lo degolló sobre el altar. (I Macabeos 2, 24)

  • Ahí mismo mató al delegado real que obligaba a ofrecer los sacrificios y destruyó el altar. (I Macabeos 2, 25)

  • Judas y sus hermanos dijeron: "Nuestros enemigos han sido aplastados; subamos a purificar el Santuario y a celebrar su dedicación". (I Macabeos 4, 36)

  • Cuando vieron el Santuario desolado, el altar profanado, las puertas completamente quemadas, las malezas crecidas en los atrios como en un bosque o en una montaña, y las salas destruidas, (I Macabeos 4, 38)

  • Luego deliberaron sobre lo que debía hacerse con el altar de los holocaustos que había sido profanado. (I Macabeos 4, 44)

  • Después recogieron piedras sin tallar, como lo prescribe la Ley, y erigieron un nuevo altar, igual que el anterior. (I Macabeos 4, 47)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina