Löydetty 87 Tulokset: gritó

  • Porque así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo haré desaparecer de este lugar, ante los ojos de ustedes y en sus propios días, el grito de alegría y el grito de júbilo, el canto del esposo y el canto de la esposa. (Jeremías 16, 9)

  • Haré desaparecer de entre ellos el grito de alegría y el grito de júbilo, el canto del esposo y el canto de la esposa, el ruido del molino y la luz de la lámpara. (Jeremías 25, 10)

  • En cuanto a ti, profetiza contra ellos todas estas palabras. Tú les dirás: El Señor ruge desde lo alto, desde su santa morada alza su voz; ruge con furia contra su redil, lanza un grito como los que pisan la uva contra todos los habitantes de la tierra. (Jeremías 25, 30)

  • Así habla el Señor: Hemos oído un grito de terror, ¡es el pánico y no la paz! (Jeremías 30, 5)

  • el grito de alegría y el grito de júbilo, el canto del esposo y el canto de la esposa, y el canto de los que dicen, mientras presentan el sacrificio de alabanza en la Casa del Señor: "Den gracias al Señor de los ejércitos, porque es bueno el Señor, porque es eterno su amor". Sí, yo cambiaré la suerte de este país, y será como al principio, dice el Señor. (Jeremías 33, 11)

  • Sí, por la cuesta de Lujit la gente sube llorando; sí, por la pendiente de Joronaim se oye un grito: "¡Desastre!". (Jeremías 48, 5)

  • El gozo y la alegría se han retirado de los vergeles del país de Moab. Yo hice secar el vino de las cubas, el pisador no pisa las uvas, el grito del pisador ya no es grito de vendimia. (Jeremías 48, 33)

  • Por eso llegan los días -oráculo del Señor- en que haré oír a Rabá de los amonitas el grito de guerra: ella será una colina desolada, sus ciudades serán incendiadas, e Israel heredará a sus herederos, dice el Señor. (Jeremías 49, 2)

  • Tú escuchaste mi voz: "¡No cierres tu oído a mi grito de auxilio!". (Lamentaciones 3, 56)

  • yo haré cesar en las ciudades de Judá y dentro de Jerusalén el grito de gozo y el grito de alegría, el canto del esposo y el canto de la esposa, y todo el país se convertirá en un desierto sin habitantes. (Baruc 2, 23)

  • Él gritó fuertemente a mis oídos: "Acérquense, Castigos de la ciudad, cada uno con su instrumento de exterminio en la mano". (Ezequiel 9, 1)

  • En su mano derecha está el presagio que señala "Jerusalén", para ordenar la matanza, lanzar el grito de guerra, colocar arietes contra las puertas, levantar terraplenes y construir torres de asalto. (Ezequiel 21, 27)


“Lembre-se de que você tem no Céu não somente um pai, mas também uma Mãe”. São Padre Pio de Pietrelcina