Löydetty 36 Tulokset: llegan

  • ¡Escuchen! Son como una serpiente que silba, porque avanzan con ímpetu, llegan hasta ella con hachas como si fueran leñadores; (Jeremías 46, 22)

  • Por eso llegan los días -oráculo del Señor- en que haré oír a Rabá de los amonitas el grito de guerra: ella será una colina desolada, sus ciudades serán incendiadas, e Israel heredará a sus herederos, dice el Señor. (Jeremías 49, 2)

  • Si llegan hasta ti vendimiadores, no dejarán ni un racimo; si son ladrones nocturnos, arrasarán a su gusto. (Jeremías 49, 9)

  • Ahí llegan tus hijos, los que habías visto partir; llegan reunidos desde el oriente al occidente por la palabra del Santo, llenos de gozo por la gloria de Dios. (Baruc 4, 37)

  • Llegan los dolores del parto para que él nazca, pero es un hijo que no se da maña: ¡llegada la hora, no atina a salir del seno materno! (Oseas 13, 13)

  • Llegan los días -oráculo del Señor- en que el labrador seguirá de cerca al que siega, y el que vendimia al que siembra. Las montañas harán correr el vino nuevo y destilarán todas las colinas. (Amós 9, 13)

  • ¡Todos llegan para la violencia con el rostro tendido hacia adelante, y amontonan cautivos como arena! (Habacuc 1, 9)

  • ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?». «El primero», le respondieron. Jesús les dijo: «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. (Mateo 21, 31)

  • Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar. (Lucas 8, 14)

  • La Ley y los Profetas llegan hasta Juan. Desde entonces se proclama el Reino de Dios, y todos tienen que esforzarse para entrar en él. (Lucas 16, 16)

  • Yo me pregunto: ¿Acaso no la han oído? Sí, por supuesto: Por toda la tierra se extiende su voz y sus palabras llegan hasta los confines del mundo. (Romanos 10, 18)

  • esas que siempre están aprendiendo, pero nunca llegan a conocer la verdad. (II Timoteo 3, 7)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.”(Pe Pio) São Padre Pio de Pietrelcina