Löydetty 66 Tulokset: Sumos

  • Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas. (Juan 18, 3)

  • Pilato respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?» (Juan 18, 35)

  • Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!» Les dice Pilato: «Tomadlo vosotros y crucificadle, porque yo ningún delito encuentro en él.» (Juan 19, 6)

  • Ellos gritaron: «¡Fuera, fuera! ¡Crucifícale!» Les dice Pilato: «¿A vuestro Rey voy a crucificar?» Replicaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que el César.» (Juan 19, 15)

  • Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: "El Rey de los judíos", sino: "Este ha dicho: Yo soy Rey de los judíos".» (Juan 19, 21)

  • el Sumo Sacerdote Anás, Caifás, Jonatán, Alejandro y cuantos eran de la estirpe de sumos sacerdotes. (Hechos 4, 6)

  • Una vez libres, vinieron a los suyos y les contaron todo lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y ancianos. (Hechos 4, 23)

  • Cuando oyeron esto, tanto el jefe de la guardia del Templo como los sumos sacerdotes se preguntaban perplejos qué podía significar aquello. (Hechos 5, 24)

  • y que está aquí con poderes de los sumos sacerdotes para apresar a todos los que invocan tu nombre.» (Hechos 9, 14)

  • Todos los que le oían quedaban atónitos y decían: «¿No es éste el que en Jerusalén perseguía encarnizadamente a los que invocaban ese nombre, y no ha venido aquí con el objeto de llevárselos atados a los sumos sacerdotes?» (Hechos 9, 21)

  • Al día siguiente, queriendo averiguar con certeza de qué le acusaban los judíos, le sacó de la cárcel y mandó que se reunieran los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín; hizo bajar a Pablo y le puso ante ellos. (Hechos 22, 30)

  • Estos, pues, se presentaron a los sumos sacerdotes y a los ancianos y le dijeron: «Bajo anatema nos hemos comprometido a no probar cosa alguna hasta que no hayamos dado muerte a Pablo. (Hechos 23, 14)


“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina