Löydetty 75 Tulokset: Extranjero

  • Te regocijarás en tu fiesta tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, el levita y el extranjero, el huérfano y la viuda que viven en tus ciudades. (Deuteronomio 16, 14)

  • pondrás por rey a uno de tus hermanos elegido por el Señor; no pondrás por rey a un extranjero, uno que no sea tu hermano. (Deuteronomio 17, 15)

  • Puedes exigírselo al extranjero, pero no a tu hermano, para que el Señor, tu Dios, te bendiga en todas tus empresas en la tierra que estás a punto de entrar a poseer. (Deuteronomio 23, 21)

  • Luego te regocijarás con todos los bienes con que te regala el Señor, tú y tu casa, tú y tu levita y el extranjero residente. (Deuteronomio 26, 11)

  • El extranjero que vive en tu tierra subirá cada vez más, y tú bajarás cada día más; (Deuteronomio 28, 43)

  • vuestros niños, mujeres y el extranjero que vive contigo en tu campamento, desde el leñador al aguador, (Deuteronomio 29, 10)

  • Las generaciones futuras, los hijos que después de vosotros nacerán, el extranjero venido de tierras lejanas, a la vista de las plagas y las enfermedades que el Señor enviará sobre esta tierra, gritarán: (Deuteronomio 29, 21)

  • Reúne al pueblo, a hombres, mujeres, niños y al extranjero residente, para que la oigan y aprendan a respetar al Señor, tu Dios, y procuren poner en práctica todas las disposiciones de esta ley. (Deuteronomio 31, 12)

  • El Señor solo lo guiaba, no había con él dios extranjero. (Deuteronomio 32, 12)

  • Éstas fueron las ciudades asignadas a todos los israelitas y al extranjero residente, para que se refugiara en ellas el homicida involuntario y no cayera en manos del vengador de sangre antes de haber comparecido ante la asamblea. (Josué 20, 9)

  • Había en Belén un levita extranjero, de la tribu de Judá. (Jueces 17, 7)

  • El rey dijo a Itay, el de Gat: "¿Por qué vienes tú también con nosotros? Vuélvete y quédate con el rey, porque tú eres extranjero y también tú estás exiliado lejos de tu país. (II Samuel 15, 19)


“Deus não opera prodígios onde não há fé.” São Padre Pio de Pietrelcina