Löydetty 931 Tulokset: Ofrendas del Templo

  • Al ver a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les pidió limosna. (Hechos 3, 3)

  • y de un salto se puso en pie y echó a andar; y entró con ellos en el templo andando, saltando y alabando a Dios. (Hechos 3, 8)

  • Mientras hablaban al pueblo, se les presentaron los sacerdotes, el oficial del templo y los saduceos, (Hechos 4, 1)

  • "Id al templo y anunciad con valentía al pueblo todo lo referente a esta nueva vida". (Hechos 5, 20)

  • Obedecieron, entraron de madrugada en el templo y se pusieron a enseñar. Entretanto, el sumo sacerdote y sus partidarios convocaron al tribunal supremo y a todos los dirigentes de Israel, y mandaron a la cárcel a buscar a los apóstoles. (Hechos 5, 21)

  • Al oír esto, tanto el prefecto del templo como los sumos sacerdotes quedaron desconcertados, pensando qué habría sido de ellos. (Hechos 5, 24)

  • Llegó uno diciendo: "Los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo enseñando al pueblo". (Hechos 5, 25)

  • No dejaban un día de enseñar, en el templo y en las casas, y de anunciar la buena noticia de que Jesús es el mesías. (Hechos 5, 42)

  • Dios, entonces, les volvió las espaldas y los entregó al culto de los astros, como está escrito en el libro de los profetas: ¿Me ofrecisteis sacrificios y ofrendas en el desierto durante cuarenta años, casa de Israel? (Hechos 7, 42)

  • No sólo hay peligro de que nuestra industria se desacredite, sino también de que sea tenido en nada el templo de la gran Diana y de que sea despojada de la majestad aquella a quien venera toda Asia y el orbe entero". (Hechos 19, 27)

  • Al día siguiente Pablo tomó consigo a los hombres, se purificó con ellos y entró en el templo para fijar la fecha en la que terminaban los días de la purificación y en la que sería presentada la ofrenda por cada uno de ellos. (Hechos 21, 26)

  • Cuando iban ya a cumplirse los siete días, los judíos de Asia, al verlo en el templo, alborotaron a la gente y le echaron mano, (Hechos 21, 27)


“Não desperdice suas energias em coisas que geram preocupação, perturbação e ansiedade. Uma coisa somente é necessária: elevar o espírito e amar a Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina