Löydetty 939 Tulokset: Promesas de Jerusalén

  • El rey mandó llamar a Semeí y le dijo: "Hazte una casa en Jerusalén y vive allí sin salir a parte alguna, (I Reyes 2, 36)

  • Semeí respondió al rey: "Está bien; haré lo que me ha ordenado mi señor, el rey". Semeí vivió en Jerusalén mucho tiempo. (I Reyes 2, 38)

  • Salomón se enteró de que Semeí había ido de Jerusalén a Gat y había vuelto; (I Reyes 2, 41)

  • Salomón emparentó con el Faraón, rey de Egipto, casándose con una hija suya. La llevó a la ciudad de David, hasta que acabase de edificar su palacio, el templo del Señor y las murallas en torno a Jerusalén. (I Reyes 3, 1)

  • Salomón se despertó y vio que había sido un sueño. Volvió a Jerusalén y se presentó ante el arca de la alianza del Señor, ofreció holocaustos y sacrificios de reconciliación, y dio un banquete a todos sus seguidores. (I Reyes 3, 15)

  • Salomón convocó en Jerusalén a los ancianos de Israel, a los jefes de las tribus y de las familias israelitas, para llevar el arca de la alianza del Señor, desde Sión, la ciudad de David. (I Reyes 8, 1)

  • "¡Bendito sea el Señor, que ha concedido la paz a su pueblo Israel, tal como lo había prometido! Ni una sola de sus promesas de bienandanza, hechas por medio de Moisés, su siervo, ha fallado. (I Reyes 8, 56)

  • La leva de prestación personal que el rey Salomón impuso para construir el templo del Señor, su palacio, el terraplén y la muralla de Jerusalén, Jasor, Meguido y Guézer, fue así: (I Reyes 9, 15)

  • así como las ciudades almacenes para los carros y la caballería; hizo todo lo que quiso en Jerusalén, en el Líbano y en todo el territorio de su jurisdicción. (I Reyes 9, 19)

  • Entró en Jerusalén con un gran séquito de camellos, cargados de aromas y oro en abundancia, y de piedras preciosas; se presentó a Salomón, y le propuso todo lo que pensaba. (I Reyes 10, 2)

  • Salomón reunió carros y caballos, llegando a tener mil cuatrocientos carros y doce mil caballos, que destacó en las ciudades de guarnición y en Jerusalén, junto al rey. (I Reyes 10, 26)

  • El monarca logró que la plata abundara en Jerusalén como las piedras, y los cedros como los sicómoros en la Sefela. (I Reyes 10, 27)


“Agradeça sempre ao Pai eterno por sua infinita misericórdia”. São Padre Pio de Pietrelcina