Löydetty 567 Tulokset: sombra de la muerte

  • Porque donde hay testamento, es necesario que sea constatada la muerte del testador. (Hebreos 9, 16)

  • Un testamento no es válido sino en caso de muerte, porque no entra en vigor mientras vive el testador. (Hebreos 9, 17)

  • En efecto, no siendo la ley más que una sombra de los bienes venideros y no la realidad misma de las cosas, ofrece cada año perpetuamente los mismos sacrificios sin poder hacer perfectos a aquellos que se acercan a Dios. (Hebreos 10, 1)

  • Pues si el que viola la ley de Moisés es condenado irremisiblemente a muerte por el testimonio de dos o tres testigos, (Hebreos 10, 28)

  • Por la fe fue arrebatado de este mundo Henoc sin experimentar la muerte; nadie lo pudo encontrar, porque lo había arrebatado Dios. Y la Escritura dice que antes de ser arrebatado había agradado a Dios. (Hebreos 11, 5)

  • Después su propio deseo, una vez consentido, engendra el pecado; y el pecado, una vez cometido, produce la muerte. (Santiago 1, 15)

  • Todo don excelente y todo don perfecto viene de lo alto, del Padre de las luces, en el que no hay cambio ni sombra de variación. (Santiago 1, 17)

  • sabed que el que hace volver a un pecador de su camino equivocado le salva de la muerte y hace desaparecer una multitud de pecados. (Santiago 5, 20)

  • Pues también Cristo murió una vez por los pecados el justo por los injustos, con el fin de llevarnos a Dios. Sufrió la muerte corporal, pero fue devuelto a la vida espiritual; (I Pedro 3, 18)

  • Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. (I Juan 3, 14)

  • Si alguno ve a su hermano cometer un pecado que lleve a la muerte, rece por él, y Dios le dará la vida; esto lo digo para los pecados que no llevan a la muerte. Hay un pecado que lleva a la muerte; por éste no digo que recen. (I Juan 5, 16)

  • Toda injusticia es un pecado, pero hay pecados que no llevan a la muerte. (I Juan 5, 17)


“Faltar com a caridade¨¦ como ferir a pupila dos olhos de Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina