Löydetty 1416 Tulokset: viejo hombre

  • En efecto, lo que la ley era incapaz de hacer, debido a los bajos instintos del hombre, lo hizo Dios enviando a su propio Hijo en condición semejante a la del hombre pecador, como sacrificio por el pecado y para condenar el pecado en su misma naturaleza humana. (Romanos 8, 3)

  • de ellos son también los patriarcas; de ellos procede Cristo en cuanto hombre, el que está por encima de todas las cosas y es Dios bendito por los siglos. Amén. (Romanos 9, 5)

  • No es sólo esto. Rebeca concibió de un solo hombre, Isaac, nuestro antepasado, dos gemelos. (Romanos 9, 10)

  • En todo caso, ¿quién eres tú, pobre hombre, para pedir cuentas a Dios? ¿Acaso dice el vaso al alfarero: Por qué me hiciste así? (Romanos 9, 20)

  • Moisés dice de la justicia que viene de la ley que el hombre que la practica, por ella, vivirá. (Romanos 10, 5)

  • Pero como dice la Escritura: Lo que el ojo no vio, lo que el oído no oyó, lo que ningún hombre imaginó, eso preparó Dios para los que le aman. (I Corintios 2, 9)

  • ¿Qué hombre, en efecto, conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? De la misma manera, nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. (I Corintios 2, 11)

  • El hombre mundano no acepta las cosas del Espíritu de Dios; son locura para él, y no puede entenderlas, ya que hay que juzgarlas espiritualmente. (I Corintios 2, 14)

  • ¿No os da vergüenza? ¿No hay entre vosotros algún hombre prudente, capaz de hacer justicia entre sus hermanos? (I Corintios 6, 5)

  • Huid de la lujuria. Cualquier otro pecado cometido por el hombre queda fuera del cuerpo, pero el pecado de lujuria daña al propio cuerpo. (I Corintios 6, 18)

  • Y si una mujer cristiana está casada con un hombre no creyente, pero acepta vivir con ella, que no se divorcie de él. (I Corintios 7, 13)

  • Quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo; que la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo, Dios. (I Corintios 11, 3)


“É sempre necessário ir para a frente, nunca para trás, na vida espiritual. O barco que pára em vez de ir adiante é empurrado para trás pelo vento.” São Padre Pio de Pietrelcina