Trouvé 537 Résultats pour: Mujer

  • La mujer dejó allí el cántaro y corrió al pueblo a decir a la gente: (Evangelio según San Juan 4, 28)

  • Muchos samaritanos de aquel pueblo creyeron en él por las palabras de la mujer, que declaraba: «El me ha dicho todo lo que he hecho.» (Evangelio según San Juan 4, 39)

  • y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú has contado. Nosotros mismos lo hemos escuchado y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.» (Evangelio según San Juan 4, 42)

  • Los maestros de la Ley y los fariseos le trajeron una mujer que había sido sorprendida en adulterio. La colocaron en medio (Evangelio según San Juan 8, 3)

  • y le dijeron: «Maestro, esta mujer es una adúltera y ha sido sorprendida en el acto. (Evangelio según San Juan 8, 4)

  • En un caso como éste la Ley de Moisés ordena matar a pedradas a la mujer. Tú ¿qué dices?» (Evangelio según San Juan 8, 5)

  • Al oír estas palabras, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta que se quedó Jesús solo con la mujer, que seguía de pie ante él. (Evangelio según San Juan 8, 9)

  • Entonces se enderezó y le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?» (Evangelio según San Juan 8, 10)

  • La mujer se siente afligida cuando está para dar a luz, porque le llega la hora del dolor. Pero después que ha nacido la criatura, se olvida de las angustias por su alegría tan grande; piensen: ¡un ser humano ha venido al mundo! (Evangelio según San Juan 16, 21)

  • Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» (Evangelio según San Juan 19, 26)

  • Le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.» (Evangelio según San Juan 20, 13)

  • Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella creyó que era el cuidador del huerto y le contestó: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré.» (Evangelio según San Juan 20, 15)


“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina