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Después de muchas batallas y de asaltar fortalezas y dar muerte a los reyes de esas naciones, (1 Macabeos 1, 2)
Reunió un ejército muy poderoso y ejerció el mando sobre provincias, naciones y príncipes, que le pagaban tributo. (1 Macabeos 1, 4)
Cuando Antíoco se sintió seguro de su poder, proyectó apoderarse también de Egipto para reinar en las dos naciones. (1 Macabeos 1, 16)
Todas las naciones paganas acataron el decreto del rey y, en Israel mismo, muchos aceptaron este culto. Sacrificaron a los ídolos y ya no respetaron el Sábado. (1 Macabeos 1, 43)
Ven, pues, a cumplir tú el primero la orden del rey, como se hizo en las demás naciones y como lo han hecho también los hombres de Judá y los que han permanecido en Jerusalén. Tú y tus hijos serán nombrados entre los Amigos del Rey y les mandará oro, plata y muchos regalos más.» (1 Macabeos 2, 18)
Matatías, a grandes voces, respondió: «Aunque todas las naciones que forman el reino abandonen la religión de sus padres y se sometan a las órdenes del rey Antíoco, (1 Macabeos 2, 19)
y todas las naciones reconocerán que Alguien libera y salva a Israel.» (1 Macabeos 4, 11)
Los israelitas estaban muy atemorizados, pues todas las naciones vecinas, al verlos así, sin jefe y sin aliados, se proponían destruirlos y decían: «Esta es la oportunidad de borrar de entre los hombres el recuerdo de Israel.» (1 Macabeos 12, 53)
Ahora que todas las naciones, impulsadas por el odio, se han unido para exterminarnos, (1 Macabeos 13, 5)
Entonces llegaron de Roma Neumenio y sus colegas, trayendo cartas dirigidas a los reyes y a las naciones, (1 Macabeos 15, 15)
y a todas las naciones, a Sampaco, a los espartanos, a Delos, a Mundo, a Sicione, a Caria, a Samos, a Panfilia, a Licia, a Halicarnaso, a Rodas, a Fasélida, a Cos, a Side, a Arados, a Gortina, a Gnido, a Chipre y a Cirene. (1 Macabeos 15, 23)
Reúne a los nuestros dispersos, da libertad a los que están esclavizados entre las naciones, vuelve tus ojos a los despreciados y humillados, para que conozcan los paganos que tú eres nuestro Dios. (2 Macabeos 1, 27)