Trouvé 359 Résultats pour: Tributo del Templo

  • ríndanle al Señor la gloria de su nombre. Traigan la ofrenda y entren en su templo, (Salmos 96, 8)

  • y me postro ante tu Templo santo. Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad, pues tu palabra ha superado a tu renombre. (Salmos 138, 2)

  • ¡Aleluya! Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento. (Salmos 150, 1)

  • Reunió un ejército muy poderoso y ejerció el mando sobre provincias, naciones y príncipes, que le pagaban tributo. (1 Macabeos 1, 4)

  • la mesa de los panes ofrecidos, los vasos, las copas, los incensarios de oro, la cortina y las coronas, y arrancó todo el decorado, las molduras de oro que cubrían la entrada del Templo. (1 Macabeos 1, 22)

  • En el año ciento cuarenta y cinco, el día quince del mes de Casleu, Antíoco levantó, sobre el altar del templo, el «abominable ídolo de los invasores». Construyeron también altares a través de todo el país de Judea. (1 Macabeos 1, 54)

  • Los días veinticinco de cada mes ofrecían sus sacrificios en el altar nuevo que habían levantado sobre el altar del Templo. (1 Macabeos 1, 59)

  • Su templo ha quedado como hombre desprestigiado, (1 Macabeos 2, 8)

  • Jerusalén estaba sin habitantes, como un desierto. No había ninguno de sus hijos que entrara o saliera. El templo estaba profanado, y extranjeros vivían en la ciudad, que era entonces residencia de paganos. La alegría ya no existía en Jacob, ni la flauta ni la cítara se escuchaban. (1 Macabeos 3, 45)

  • Judas escogió hombres que combatieran a los de la Fortaleza mientras él purificaría el Templo. (1 Macabeos 4, 41)

  • para que purificaran el Templo y llevaran las piedras del abominable altar de los paganos a un lugar inmundo. (1 Macabeos 4, 43)

  • Depositaron las piedras de dicho altar en el cerro del Templo, en lugar conveniente, hasta que surgiera un profeta que diera respuesta sobre el caso. (1 Macabeos 4, 46)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina