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Los hombres de Judá les preguntaron: «¿Por qué han venido a atacarnos?» Respondieron: «Venimos a echar mano a Sansón, y lo trataremos como nos trató a nosotros.» (Jueces 15, 10)
Cuando los hombres de Gaza tuvieron noticias de que Sansón había venido, hicieron rondas y estuvieron acechando a las puertas de la ciudad. Estuvieron aguardando toda la noche, pues se decían: «Esperemos que despunte el día y lo mataremos.» (Jueces 16, 2)
Entonces se dijeron: «¿Cuál es la tribu de Israel que no subió ante Yavé en Mizpá?» Y vieron que nadie de Jabés de Galaad había venido al campamento para la asamblea. (Jueces 21, 8)
Despidiéndose, ella dijo: «Ojalá merezca yo tu favor.» Y volviéndose por donde había venido, se sentó a la mesa y comió, y ya no tenía la misma cara de antes. (1 Samuel 1, 18)
Entonces los filisteos se atemorizaron, pues decían: «Su Dios ha venido al campamento. (1 Samuel 4, 7)
Samuel respondió: «Sí, he venido a sacrificar a Yavé. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio.» Samuel purificó a Jesé y a sus hijos y los invitó al sacrificio. (1 Samuel 16, 5)
Preguntó, pues, Samuel a Jesé: «¿Están aquí todos tus hijos?» El contestó: «Falta el más pequeño, que está cuidando las ovejas.» Samuel le dijo: «Anda a buscarlo, pues no nos sentaremos a comer hasta que él haya venido.» (1 Samuel 16, 11)
Eliab, su hermano mayor, al oírlo hablar así con la gente, se indignó contra David y le dijo: «¿Por qué has venido aquí y a quién dejaste el rebaño en el desierto? Conozco tu atrevimiento y tu maldad. (1 Samuel 17, 28)
Has venido a ver la batalla.» David respondió: «¿Pero qué he hecho yo? ¿Uno no puede hablar?» (1 Samuel 17, 29)
Al día siguiente, un espíritu malo, venido de Dios, cayó sobre Saúl, que comenzó a delirar en su casa. David, pues, como lo hacía otros días, empezó a tocar la cítara. Saúl tenía una lanza en su mano, (1 Samuel 18, 10)
Al segundo día de la fiesta, se vio también desocupado el asiento de David. Entonces, Saúl dijo a su hijo Jonatán: «¿Por qué no ha venido a comer ayer ni hoy el hijo de Jesé?» (1 Samuel 20, 27)
Me dijo: Déjame ir, por favor, porque se celebra un sacrificio de familia en nuestra ciudad y mi hermano me ha invitado. Si quieres, pues, hacerme un favor, permíteme dar una vuelta por allí para ver a mis hermanos. Por eso no ha venido a la mesa del rey.» (1 Samuel 20, 29)