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Tobit exclamó: «Que te conserves sano y salvo, hermano. No te enojes porque he querido conocer la verdad acerca de tu familia. Eres de nuestra parentela, de clase buena y honrada. Conozco a Ananías y a Natán, hijos de Semeías, el grande. Ibamos a Jerusalén y rezábamos juntos allí; ellos nunca cayeron en el error cuando se desviaron sus hermanos; tus hermanos son buenos, tu raza es noble. ¡Bien venido seas!» (Tobías 5, 14)
Reflexionando sobre todo lo que había pasado, dijo Mardoqueo: «Sin duda que todo esto ha venido de Dios. (Ester 10, 4)
si temía algo, eso me ocurre, lo que me atemoriza me ha venido encima. (Job 3, 25)
Y me pregunto: ¿Por qué me han venido encima tantas penas y me siento tan desanimado, yo que era generoso y amado mientras ejercía el poder? (1 Macabeos 6, 11)
Reconozco ahora que por esto me han venido estas desgracias y me muero de pena en tierra extraña.» (1 Macabeos 6, 13)
Y decían: «Un hombre de la descendencia de Aarón ha venido con el ejército; sin duda, se portará lealmente con nosotros.» (1 Macabeos 7, 14)
Mándalos a sus casas y quédate con algunos para acompañarme a la ciudad de Tolemaida, porque quiero entregártela, así como las otras fortalezas, y poner a tu disposición el resto de la tropa con sus oficiales. Después volveré, ya que sólo he venido para esto.» (1 Macabeos 12, 45)
Hemos registrado sus declaraciones en las actas públicas de este modo: Neumenio, hijo de Antíoco, y Antípater, hijo de Jasón, embajadores de los judíos, han venido para renovar la amistad con nosotros. (1 Macabeos 14, 22)
Les enumeró todas las oportunidades en que Dios había venido en ayuda de sus padres, especialmente cuando hizo perecer ciento ochenta y cinco mil hombres de Senaquerib. (2 Macabeos 8, 19)
Se apoderaron del dinero de los que habían venido a comprarlos y los persiguieron durante bastante tiempo. (2 Macabeos 8, 25)
«Si se han venido abajo los ladrillos, edificaremos con piedras labradas; si han cortado los sicómoros, los reemplazaremos con cedros.» (Isaías 9, 9)
Les sucederá como al hambriento que come en sueños y que se despierta con el estómago vacío; o como al sediento que sueña que bebe, pero se despierta con la garganta seca. Así les pasará a todas las naciones, a los que hayan venido para atacar a Sión. (Isaías 29, 8)