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  • Más numerosos que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo; más fuertes que mis huesos, los que me atacan sin razón. ¡Y hasta tengo que devolver lo que yo no he robado! (Salmos 69, 5)

  • la ira del Señor se desató contra ellos: hizo estragos entre los más fuertes y abatió a lo mejor de Israel. (Salmos 78, 31)

  • ¡Bendigan al Señor, todos sus ángeles, los fuertes guerreros que cumplen sus órdenes apenas oyen la voz de su palabra! (Salmos 103, 20)

  • Atiende a mi clamor, porque estoy en la miseria; líbrame de mis perseguidores, porque son más fuertes que yo. (Salmos 142, 7)

  • Libró muchas batallas, conquistó plazas fuertes y dio muerte a reyes de la tierra. (I Macabeos 1, 2)

  • muchos de ellos se encontraban prisioneros en Bosorá y Bosor, en Alemá, Casfó, Maqued y Carnain, que eran ciudades fuertes e importantes; (I Macabeos 5, 26)

  • Pero tres días después murió también Tolomeo, y los habitantes de las plazas fuertes mataron a los egipcios acantonados en ellas. (I Macabeos 11, 18)

  • Entre tanto, Jonatán pidió al rey Demetrio que retirara las guarniciones de la Ciudadela de Jerusalén y de las plazas fuertes, porque hostigaban continuamente a Israel. (I Macabeos 11, 41)

  • Mándalos ahora mismo a sus casas, quédate con una pequeña escolta y ven conmigo a Tolemaida. Yo te la entregaré con las otras plazas fuertes, el resto de las tropas y todos los funcionarios. Enseguida emprenderé el regreso, porque para eso he venido". (I Macabeos 12, 45)

  • que fuera asimismo su comandante, que se ocupara del Lugar santo y designara por sí mismo a los encargados de los trabajos, de la administración del país, de los asuntos militares y de las plazas fuertes; (I Macabeos 14, 42)

  • porque son muchas las víctimas que ella hizo caer, y eran fuertes todos los que ella mató: (Proverbios 7, 26)

  • No es propio de los reyes, Lemuel, no es propio de los reyes beber vino, ni de los príncipes desear bebidas fuertes, (Proverbios 31, 4)


“Há alegrias tão sublimes e dores tão profundas que não se consegue exprimir com palavras. O silêncio é o último recurso da alma, quando ela está inefavelmente feliz ou extremamente oprimida!” São Padre Pio de Pietrelcina