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  • Por esta misma razón les envié a Timoteo, mi hijo muy querido y fiel en el Señor; él les recordará mis normas de conducta, que son las de Cristo, y que yo enseño siempre en todas las Iglesias. (I Corintios 4, 17)

  • Y cuando el universo entero le sea sometido, el mismo Hijo se someterá también a aquel que le sometió todas las cosas, a fin de que Dios sea todo en todos. (I Corintios 15, 28)

  • Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, el que nosotros hemos anunciado entre ustedes -tanto Silvano y Timoteo, como yo mismo- no fue «sí» y «no», sino solamente «sí». (II Corintios 1, 19)

  • En consecuencia, de buena gana entregaré lo que tengo y hasta me entregaré a mí mismo, para el bien de ustedes. Si yo los amo tanto, ¿no seré amado en la misma medida? (II Corintios 12, 15)

  • en revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre los paganos, de inmediato, sin consultar a ningún hombre (Gálatas 1, 16)

  • y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí. (Gálatas 2, 20)

  • Pero cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, (Gálatas 4, 4)

  • Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo: ¡Abba!, es decir, ¡Padre! (Gálatas 4, 6)

  • Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios. (Gálatas 4, 7)

  • El hijo de la esclava nació según la carne; en cambio, el hijo de la mujer libre, nació en virtud de la promesa. (Gálatas 4, 23)

  • Y así como entonces el hijo nacido según la carne perseguía al hijo nacido por obra del Espíritu, así también sucede ahora. (Gálatas 4, 29)

  • Pero dice la Escritura: Echa a la esclava y a su hijo, porque el hijo de la esclava no va a compartir la herencia con el hijode la mujer libre. (Gálatas 4, 30)


“Lembre-se de que os santos foram sempre criticados pelas pessoas deste mundo, e puseram sob seus pés o mundo e as suas máximas .” São Padre Pio de Pietrelcina