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  • regimientos de caballería en orden de batalla, ataques e incursiones de una y otra parte, movimientos de escudos, nubes de lanzas, disparos de flechas, destellos de guarniciones de oro y corazas de toda clase. (II Macabeos 5, 3)

  • Les recordó la batalla librada en Babilonia contra los gálatas, cuando ocho mil judíos entraron en acción junto con cuatro mil macedonios. En esa oportunidad, los macedonios se encontraban sin salida y los ocho mil judíos, gracias al auxilio recibido del Cielo, derrotaron a ciento veinte mil enemigos y se apoderaron de un gran botín. (II Macabeos 8, 20)

  • En lo más encarnizado de la batalla, los enemigos vieron aparecer en el cielo cinco hombres majestuosos montados en caballos con frenos de oro, que se pusieron al frente de los judíos. (II Macabeos 10, 29)

  • Así avanzaron en orden de batalla, protegidos por su aliado celestial, porque el Señor se había compadecido de ellos. (II Macabeos 11, 10)

  • Concluidas las negociaciones, Lisias volvió adonde estaba el rey, mientras los judíos se dedicaban a los trabajos del campo. (II Macabeos 12, 1)

  • porque si no hubiera esperado que los caídos en la batalla iban a resucitar, habría sido inútil y superfluo orar por los difuntos. (II Macabeos 12, 44)

  • Y no era menor la angustia de los que habían quedado en la ciudad, preocupados como estaban por el combate que se iba a librar en campo abierto. (II Macabeos 15, 19)

  • Todos aguardaban el desenlace inminente. Los enemigos ya se habían concentrado y el ejército se había alineado en orden de batalla; los elefantes estaban situados en lugares estratégicos y la caballería se había ubicado en los flancos. (II Macabeos 15, 20)

  • Ordena tu trabajo afuera, prepáralo en el campo, y después edificarás tu casa. (Proverbios 24, 27)

  • Yo pasé junto al campo de un holgazán y junto a la viña de un falto de entendimiento, (Proverbios 24, 30)

  • ten corderos para vestirte, chivos para pagar el precio de un campo, (Proverbios 27, 26)

  • El Amado: ¡Júrenme, hijas de Jerusalén, por las gacelas y las ciervas del campo, que no despertarán ni desvelarán a mi amor, hasta que ella quiera! (Cantar 2, 7)


“A sua casa deve ser uma escada para o Céu”. São Padre Pio de Pietrelcina