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  • Aarón y sus hijos comerán lo que quede de ella; debe comerse sin levadura, en lugar santo. Han de comerlo en el atrio de la Tienda del Encuentro. (Levítico 6, 9)

  • La comerá el sacerdote que ofrece la víctima por el pecado. Será comida en lugar santo, en el atrio de la Tienda del Encuentro. (Levítico 6, 19)

  • Pero no se comerá ninguna víctima ofrecida por el pecado, cuya sangre haya sido introducida en la Tienda del Encuentro para hacer la expiación en el Santuario: será consumida por el fuego. (Levítico 6, 23)

  • y congrega a toda la comunidad a la entrada de la Tienda del Encuentro.» (Levítico 8, 3)

  • Moisés hizo como Yahveh le había mandado, y se congregó la comunidad a la entrada de la Tienda del Encuentro. (Levítico 8, 4)

  • Moisés dijo a Aarón y a sus hijos: «Coced la carne a la entrada de la Tienda del Encuentro y comedla allí mismo; comed también el pan del canastillo de la investidura tal como lo he mandado diciendo: Aarón y sus hijos lo comerán. (Levítico 8, 31)

  • Y no os apartaréis de la entrada de la Tienda del Encuentro por espacio de siete días, hasta el día en que se cumplan los días de vuestra investidura; porque siete días durará vuestra investidura. (Levítico 8, 33)

  • Así quedaréis siete días, día y noche, a la entrada de la Tienda del Encuentro, guardando la norma de Yahveh para no morir, pues así me fue ordenado.» (Levítico 8, 35)

  • Trajeron, pues, ante la Tienda del Encuentro lo que Moisés había mandado; toda la comunidad se acercó y se mantuvo delante de Yahveh. (Levítico 9, 5)

  • Luego Moisés y Aarón entraron en la Tienda del Encuentro y, cuando salieron, bendijeron al pueblo. La gloria de Yahveh se dejó ver de todo el pueblo. (Levítico 9, 23)

  • No os apartéis de la entrada de la Tienda del Encuentro, no sea que muráis, pues tenéis sobre vosotros la unción de Yahveh.» Ellos obedecieron a la palabra de Moisés. (Levítico 10, 7)

  • «Cuando hayáis de entrar en la Tienda del Encuentro, no bebáis vino ni bebida que pueda embriagar, ni tú ni tus hijos, no sea que muráis. Decreto perpetuo es éste para vuestros descendientes, (Levítico 10, 9)


“Devo fazer somente a vontade de Deus e, se lhe agrado, o restante não conta.” São Padre Pio de Pietrelcina